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jueves, 28 de enero de 2010

EL DIARIO NOTICIAS, DE GABRIELA ESQUIVADA: LA HISTORIA DEL PERIÓDICO DE LOS MONTONEROS
LA AUTORA PLANTEA LOS MODOS DE HACER PERIODISMO Y LOS MODOS DE HACER POLÍTICA EN UN PERÍODO CLAVE DE LA HISTORIA ARGENTINA


En el breve interregno de su vida pública, entre noviembre de 1973 y agosto de 1974, Montoneros sacó a la calle un diario de tipo comercial dirigido a los sectores populares. Noticias intentaría emular a Crónica, aunque muchos de sus redactores y editores se sintieran más cerca de La Opinión. Con conducción militante y una redacción en gran parte profesional, financiado tanto con fondos provenientes de secuestros como con publicidad oficial y privada, alcanzaría una circulación promedio de 100.000 ejemplares. En una excelente investigación, la periodista Gabriela Esquivada analiza un caso interesante tanto por su valor histórico como por las preguntas que abre sobre los modos de hacer periodismo y los modos de hacer política.

"Anoche vino Dardo [Cabo] y me largó una idea sensacional: la Orga quiere lanzar un diario popular de gran nivel, con los mejores periodistas del país. [...] Me encanta la idea de unir lo profesional con la militancia política", escribió sobre los orígenes de Noticias quien sería su director, Miguel Bonasso, en Diario de un clandestino.
La dirección, colegiada y toda "encuadrada"-militante- se completaría con Norberto Habegger, Francisco Urondo, Rodolfo Walsh, Juan Gelman y Horacio Verbitsky. Relata Esquivada que la redacción contaría con otros "periodistas militantes", como Silvia Rudni o Alicia Raboy, pero también con periodistas "con otras formas de actividad política" como Pablo Piacentini, Pablo Giussani, Zelmar Michelini, Sylvina Walger o Martín Caparrós -que entró como cadete y allí escribiría sus primeras crónicas-; y con periodistas sin activida d política como Carlos Ulanovsky o Luis Soto -que llegaba de Crónica y estaba a cargo de turf.


Esquivada muestra las tensiones de un emprendimiento ideado y financiado por dos organizaciones guerrilleras como Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) -que se fusionarían en esos nueve meses- pero que buscaba influir en la opinión pública a través del ejercicio del periodismo profesional. Discusiones sobre los contenidos editoriales o sobre cuestiones gremiales dejan en evidencia el "inestable equilibrio" del proyecto. Las rispideces internas se daban en el contexto del creciente enfrentamiento entre la izquierda y la derecha peronista, que complicaba la impresión del diario, y llevaron a su conducción a tomar medidas de seguridad.
Una anécdota que muestra las dificultades de un proyecto que bordeó la imposibilidad y el absurdo es el relato de cómo se desplazaban sus directores. Cuenta Bonasso: "Salíamos del diario en un auto, y otros dos autos con compañeros se ponían atrás y adelante [...]. Todo muy racional, salvo que íbamos como seis en un Renault 12. ¡Unos arriba de otros, no podíamos ni respirar!"


El diseño del artista plástico Carlos Smoje -del que hay en anexo ejemplos de tapas y páginas internas- es quizá la mejor muestra de la búsqueda por renovar el lenguaje gráfico popular. Inspirado en los tabloides ingleses, es claro y dramático, con un uso importante de las tipografías y la fotografía e incluye secuencias con sentido narrativo. Algunas de estas innovaciones, se comenta en el libro, fueron retomadas por publicaciones posteriores, como Tiempo Argentino o Página/12.


A mediados de 1974 se extremó la línea. Sobrevino la clausura. Para entonces el diario ya había perdido mucha de su pretensión de independencia. En sus últimos meses, Noticias mostraba un "cambio de agenda" que lo distinguía del "temario hegemónico nacional, sin lograr imponer el propio a otros medios", en palabras de la autora. El día del cierre, un editorial de La Causa Peronista firmado por Galimberti anunciaba la vuelta a la clandestinidad de Montoneros.
A la vez cuidadoso y situado, el trabajo de Esquivada, requisito final de sus estudios de maestría en la Universidad de La Plata, constituye un aporte relevante a la historia del periodismo argentino.

Por Ana María Vara
Fuente: diario “La Nación”


Más información: www.lanacion.com.ar
Gabriela Esquivada. El diario “Noticias”, Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires, 2005. 244 páginas.



martes, 8 de diciembre de 2009

Residuos

Por Rodrigo Fresán

Desde Barcelona
UNO Semanas atrás, el escritor catalán Quim Monzó se preguntaba qué había sido de esos e-mails seriales y recurrentes donde te ofrecían aumentar el tamaño de tu pene. Cada vez recibía menos. Y Monzó atribuía la progresiva desaparición de este fantasma de la electricidad al mejor funcionamiento de barreras antispam. Monzó concluía su columna imaginando el día en que el Enlarge your penis! Sería algo así como una leyenda urbana, una historia para explicarles a nietos con un “Te juro que yo los recibía”. En cualquier caso, leyendo a Monzó, yo pensaba en qué bueno sería que el cerebro humano viniera con sus propios filtros y escudos temáticamente programables que nos condujeran y depositaran, por un rato, en una suerte de estado repose cada vez que determinados temas entraran en la pantalla de nuestros radares. Está claro que esto no es posible –que estamos rodeados– y que aumenta sin cesar la cantidad de residuos que se acumulan en los discos duros de nuestras cada vez más reblandecidas cabezas.

DOS De este modo, cada una de nuestras vidas goza ahora del dudoso honor de estar abierta al examen y opinión de perfectos o imperfectos desconocidos. Se acabó aquello del anonimato o –en caso de tener algún tipo de perfil público– de poder administrar el modo en que queremos ser vistos o no vistos. La información vertida en la memoria de teléfonos móviles, computadoras portátiles y el modo en que nos movemos por Internet –aunque no tengamos blog o site o carita de mosquita viva enredada en cualquiera de esas redes sociales donde se cuenta absolutamente todo– revelan mucho más de nosotros de lo que siquiera nos atrevemos a imaginar: patrones de conducta que ya están siendo analizados por equivalentes del Dr. Gregory House a la hora de averiguar por dónde va la cosa. En su libro Numerati (Seix Barral), Stephen Baxter se refiere a ellos –muy danbrownianamente– como a los numerati. Y Baxter –escritor de ciencia-ficción y colaborador de Arthur C. Clarke– denuncia: “Son ingenieros, matemáticos o informáticos y están cribando toda la información que producimos en casi todas las situaciones de nuestras vidas... Tienen las claves para pronosticar los productos o servicios que podríamos comprar, los anuncios de la web en los que haremos click, qué enfermedades nos amenazarán en el futuro y hasta si tendremos inclinaciones –basadas puramente en análisis estadísticos– a colocarnos una bomba bajo el abrigo y subir a un autobús”. Y Baxter explica el modus operandi del asunto. Targeting del comportamiento, implicación de empresas como Yahoo! y Google y numerosas empresas de publicidad que llegan a acuerdos con periódicos y revistas para acceder a la información de nuestros surfeos y, a continuación, poder colocarles a los futuros clientes un código identificador, una cookie que funciona como una especie de ADN de nuestras apetencias y necesidades. Baxter advierte que políticos y legisladores de todo el mundo ya están trabajando en el alzar barreras y cavar fosos para intentar detener la mareante marea imparable de este tsunami virtual. Pero, claro, no es sencillo. Internet es, por ahora, un Far West: allí no hay ley, pero hay mucho dinero en juego. Y alguna vez leí que el 70 por ciento del polvo que hay en nuestras casas no es otra cosa que residuos que despiden nuestros cuerpos. Piel muerta y todo eso. Me pregunto a qué porcentaje asciende lo que despide nuestra otra vida, la otra vida que transcurre en ese otro planeta que está en éste. Ese sitio en el que –ahora lo comprendo– alguien ha llegado a la conclusión de que a muy pocos les interesa o son muchos los que no creen en pociones mágicas que te convierten en el dueño de un falo totémico.

TRES Por lo que, tal vez, sea recomendable dedicar unos cuantos minutos al día a clickear en nuestras pantallas cosas que no nos interesen o que nos tengan muy cansados, para así desdibujar nuestra sombra digital y confundir la genética de nuestros cuerpos eléctricos. De este modo, mientras escribo esta contratapa, yo entro y salgo y vago desganadamente por los últimas noticias acerca de las idas y vueltas de la activista saharahui Aminetu Haidar, en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, del sorteo del Mundial de Fútbol 2010 y los resultados de la Copa Davis, del veredicto en el juicio por el asesinato del ex alcalde de Fago (con un culpable que, primero, aseguró confesar su autoría para que la policía dejara de molestar a los vecinos y después dijo que todo había sido más o menos una bromita), de las nuevas y cada vez más extrañas estrategias para el “retiro” de tropas con que Obama justifica su Premio Nobel de la Paz “a futuro”, de la disminución del volumen de basura y de emisiones contaminantes de Barcelona (consecuencia de la crisis), de la revancha que se va a tomar a base de demandas a médicos y periodistas ese pobre chico al que acusaron de violar y asesinar a una niña de tres años que en realidad había muerto por un golpe al caerse de un columpio mientras jugaba, de los tres cooperantes españoles secuestrados en Mauritania, de la campaña publicitaria de protesta con líderes envejecidos en una Copenhague donde nada cambiará salvo el cambio climático, del folletín entre gobierno español e internautas por el tema de la propiedad intelectual y la lucha contra la piratería en Internet, del hecho de que las zonas verdes de Barcelona no alcancen los 15 metros cuadrados por habitante como los mínimos recomendados por la Organización Mundial de la Salud... Satisfecho, supongo que ahora soy –para todos esos que me espían– algo así como un amante de los deportes, con un millón de amigos en Facebook, fan apasionado de Manu Chao y Macaco, enamorado en secreto de una Chica Greenpeace y con fantasías de okupa en lo que hace a la casa de fin de semana de su padre industrial. Algo por el estilo.

CUATRO Así que bajo las persianas y leo a escondidas Homer & Langley –formidable y nueva novela de E. L. Doctorow donde se recrea la historia verídica de los neoyorquinos hermanos Collyer, coleccionistas de residuos hasta volver infranqueable su mansión de la quinta avenida– que tuve la precaución de pagar cash y en persona, sin dejar rastros delatores. Y de ahí a releer el Strong Opinions de Vladimir Nabokov, donde el ruso responde con un “Me temo que debo negarme a ello. Sólo las más ambiciosas no-entidades y entusiastas mediocridades exhiben sus bosquejos. Es como andar repartiendo muestras del propio esputo” o un “Ningún feto debe ser sometido a operaciones exploratorias” cada vez que le solicitan que muestre libretas de apuntes y notas de trabajo. Me resisto a entrar en Internet para leer qué ha dicho la crítica (de paso por Barcelona, Martin Amis me dijo que le parecía una abominación) de la salida de The Original of Laura: la “novela en fragmentos” que más bien son fragmentos de una novela muy inconclusa de Vladimir Nabokov. Es sabido que el mismo Nabokov pidió que se quemara todo residuo del asunto. Es sabido también que ciertas últimas voluntades se verbalizan para no ser oídas y que los ataúdes se cierran para abrir los cajones. Así que ya está aquí (Anagrama lo publicará en Español) The Original of Laura, magníficamente diseñado por Chip Kidd y donde se reproducen, desmontables, para que el lector juegue con ellas, en plan escoge tu propia aventura, las nabokovianas fichas de puño y letra y borrones y tachaduras del genio. Y –seamos sinceros– uno seguramente encontraría algo valioso en la lista de compras del súper-mercado del inmenso VN. Así que aquí, esputo o feto, hay motivos de sobra para hacer el gasto y agregar este libro prescindible pero precioso al estante donde lo esperan Lolita y Ada y Pnin y Sebastian Knight y Mary y John Francis Shade y Charles Kimbote entre tantos otros. Y no acabo de escribir esto cuando recibo un e-mail automático de mi librería favorita informándome que acaban de recibir ejemplares de The Original of Laura y que –de acuerdo a mi historial de compras– suponen que la buena nueva puede ser de mi interés.

Me han descubierto, pienso.

Por supuesto que sí, allá voy, respondo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Libro: "El presente absoluto". Periodismo, política y filosofía en la Argentina del tercer milenio.

Autor: Tomás Abraham. Editorial Sudamericana. 384 páginas.

“El presente absoluto” es un título contundente para presentar este nuevo libro de Tomás Abraham, para quien “en el sinfín de la política argentina aquello que vuelve lo hace cambiando como una sustancia con nuevos ropajes”. Si alguien espera encontrar en sus páginas los problemas argentinos vistos desde la perspectiva de un análisis filosófico, se equivoca. No pretende comprender, ya que para él hay poco tiempo para eso. Su propósito “es intervenir. Hablar para dejar de oír”.

El autor se ubica dentro del campo de la opinión, que es cambiante y se guía por las apariencias. Se diferencia de las estrellas mediáticas de la información —cuya opinión se transmite como espectáculo— al presentarse como un contraopinador. Con la seguridad que le dan su profesión de filósofo, varios libros publicados y una conocida trayectoria académica, hace pie en el lugar de la trasgresión, para reunir en un volumen muchos artículos, notas y ensayos breves escritos en medios gráficos y digitales entre 2001 y 2006. Justifica su postura al afirmar que “la opinión no es decir simplemente lo que uno cree, la opinión se trabaja, se construye con la materia prima que son opiniones, imágenes, íconos, símbolos. Y la formación filosófica da una gimnasia mental”.

Con un estilo periodístico autoreferencial, y por momentos hasta cínico, aborda temas como: “Del éxito y del fracaso en política”, Piratería y Derechos Humanos”, “Política y filosofía”, entre otros. En el artículo “La Argentina como problema filosófico”, se puede encontrar un pormenorizado currículum del autor, repasar la temática de algunos de sus libros, comprender el porqué de sus preferencias ideológicas y también compartir algunas reflexiones sobre cómo define la cruzada moral y cómo se construyeron los herejes subversivos durante el gobierno de Onganía.

En el Apéndice incluye lo que denomina “Mapa conceptual de la política argentina” —un bosquejo nuevas categorías de análisis de nuestra realidad— compuesto por una serie de neologismos como, entre otros, la pornopolítica: la especialidad de los tramposos; el microfascismo: una idea que posibilita una mirada no convencional sobre las variadas formas de violencia en las relaciones humanas. También aparecen palabras comunes tales como angostura, fisura, morosidad, ligereza y crepúsculo, pero que están redefinidas para su utilización en el discurso de la política local.

Aunque el libro sea un conjunto de apuntes donde se suceden reflexiones cotidianas, Abraham lo nombra con un concepto totalizador. Lo absoluto es lo independiente de todo ser, de todo accidente; aquello que subsiste por sí mismo. Se puede hablar de poder absoluto, verdad absoluta o bien absoluto como ideas que incluyen toda la realidad de lo conceptualizado. Desde su pensamiento se insinúa que el estado de crisis es el presente absoluto de la Argentina y se pregunta si “¿ya pasó el temporal o estamos en el ojo del tornado? la aparente tranquilidad de hoy no es otra cosa que el maquillaje de una nueva crisis en gestación o, simplemente, el mismo conflicto de siempre en un período de reposo.”

Sin embargo la fortaleza del título se va diluyendo a medida que se avanza en la lectura, ya sea porque la temática ha perdido vigencia o porque de poco sirven las confesiones autocríticas.

Por Catalina Pantuso
catalina@otubre.org.ar

jueves, 26 de noviembre de 2009

ESTÍMULO 2009 DE TEA Y DEPORTEA
Premiaron a dos periodistas del diario Crítica de la Argentina


Rodolfo Palacios, de Sociedad, y Hernán Buzzella, de Críticadigital, recibieron el premio al periodismo joven.Tres periodistas de Crítica de la Argentina fueron distinguidos por la escuela de periodismo TEA y DeporTEA.

Rodolfo Palacios, de la sección Sociedad del diario papel, y Hernán Buzzella, de Críticadigital, recibieron el premio Estímulo 2009 al periodismo joven. Alejandro Wall, de la sección Deportes, fue reconocido entre todos los nominados.

Palacios, que ya había sido ternado en 2008, ganó en la categoría Diarios (TEA). Buzzella, también ternado en 2007, ganó en el rubro Periodistas en Medios Digitales. Wall integró la nómina de candidatos en la categoría Diarios, de DeporTEA.

Buzzella se destacó en su labor con la publicación de la nota "Don julio, a punto de firmarle el divorcio a Clarín", que anticipó la decisión de la AFA de quitarle la exclusividad de las trasmisiones de fútbol a la señal TyC Sports. Además, publicó entrevistas a personalidades de la política y el deporte: Gabriel Mariotto, Luis D´Elía, Daniel Lalín, Antonio Caselli, entre otros.

Durante 2008 y parte de 2009, Palacios publicó diversas notas sobre personajes y sucesos de la historia criminal argentina: Robledo Puch, el “Gordo” Valor, Yiya Murano, Daniel Hidalgo, el falsificador Héctor Fernández, el caso Dalmasso, la Enclitofilia, la venta de casas donde se cometieron asesinatos célebres, entre otras.

Además de escribir crónicas deportivas, Wall también se metió en las polémicas del fútbol con notas sobre el referato, el promedio del descenso, el negocio del fútbol, la maldición del calcio y la AFA TV.

Bajo el lema “ética, pasión y trabajo”, TEA y DeporTEA educa desde 1987 a decenas de jóvenes en el oficio. La vigésimo tercera entrega de los premios Estímulos al periodismo joven (menores de 35 años) se realizó en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, con la conducción del periodista deportivo Alejandro Fabbri.

El listado de todos los ganadores, rubro por rubro:

Labor periodística en Diarios
TEA: Rodolfo Palacios (Crítica de la Argentina)
Deportea: Ayelén Pujol (Perfil)

Labor Periodística en Revistas
TEA: Mercedes Halfon (Radar)
Deportea: Mariano Przybylski (Noticias)

Labor Periodística en Radio
TEA: Martín Lipsyc (El parquímetro / Metro)
Deportea: Matías Canillán (Continental)

Producción periodística en radio
TEA: Equipo de Perros de la calle (Metro)
Deportea: Equipo de Doble Cinco (FM Palermo)

Labor periodística en Televisión
TEA: Tamara Hendel (La liga/ Telefe)
Deportea: Ramiro Penas (ESPN)

Producción periodística en Televisión
TEA: Equipo de Escuelas Argentinas II (Encuentro)
Deportea: Equipo de ESPN Recuerda (ESPN)

Labor periodística en Medios Digitales
TEA: Hernán Buzzella (Críticadigital.com)
Deportea: Federico Kotlar (Clarín.com)

Blogs y Sitios de Internet
TEA: politicargentina.com
Deportea: fuebuena.com.ar

Menciones especiales
Radio Taxi 04 (Radio)
DOCA (Grupo de documentalistas)
Sudestada (Revista)
Sentimiento Verde (Revista)
Mutis x el foro (Revista)
Once Wing (Revista).


miércoles, 25 de noviembre de 2009

Reconocimiento internacional / Distinción de los editores de Cataluña
LA NACION, referente en la cultura
Las principales editoriales de lengua española premiaron a adncultura por su aporte a la difusión del libro


BARCELONA.- La revista adn cultura, que edita semanalmente LA NACION, se transformó anoche en esta ciudad en la primera publicación latinoamericana en recibir el premio Atlántida en la categoría "mejor tarea informativa en prensa escrita", en la 24a edición de la Noche de la Edición, organizada por el jurado del Gremio de Editores de Cataluña, que reúne a los más importantes editores de publicaciones en lengua española y catalana.

Esta prestigiosa asociación le otorgó el premio al suplemento dirigido por el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz, secretario de Redacción de LA NACION, por "rescatar lo mejor de un diario que hace 140 años está casado con la cultura" y, además, en reconocimiento a su condición de "referente del mundo literario de habla hispana".

Tras recibir el galardón de manos del presidente del jurado, Antoni Comas Planas, Fernández Díaz agradeció el premio en nombre del subdirector de LA NACION, Fernán Saguier, y del secretario general de Redacción, Héctor D´Amico, en una ceremonia realizada en el salón Gaudí del Hotel Arts, de Barcelona, que, como todos los años, contó con una importante cobertura por parte de los medios de comunicación españoles.

"Es un privilegio para nosotros venir a buscar este premio aquí", dijo el director de adn cultura en su mensaje, seguido con particular atención por los presentes. "Esto es muy especial. Vengo de un país que es conocido por su impactante decadencia económica, pero, a su vez, también por su increíble y sostenido apogeo cultural", añadió, para luego referirse a LA NACION como "un diario con el corazón puesto en la cultura", una virtud que, en su opinión, "se vuelve hoy en día muy difícil de encontrar en otros medios".

En este contexto, Fernández Díaz evocó a los "fantasmas ilustres" del diario, en alusión a las grandes plumas que escribieron para el diario en el pasado, como José Martí, Adolfo Bioy Casares, Manuel Mujica Lainez, José Ortega y Gasset, Rubén Darío y Jorge Luis Borges, entre otros personalidades destacadas de la literatura argentina y universal.

Basado en ese pasado riquísimo y plural reflejado durante décadas en las páginas del diario fundado por Mitre en 1870, Fernández Díaz recordó que cuando hace cuatro años debió planificar la revista adn cultura junto con Tomás Eloy Martínez, a quien rindió homenaje, "comparaba el proceso de renovación del tratamiento de los temas culturales con una intervención quirúrgica que demandaba sumo cuidado".

No obstante, el director del suplemento aseguró sentirse "feliz" por haber logrado componer una publicación que "no es sectaria", sino que "demuestra, en sus páginas, igual pasión por la cultura popular y la vanguardista", además de tener en cuenta "la evolución de las nuevas tecnologías" como una de las variables rectoras de sus contenidos que, además de literatura, comprenden temas vinculados con la música, el cine, el teatro y el arte en general.

Grandes figuras
"También contamos con el buen registro de haber publicado entrevistas cara a cara con muchos de los mejores escritores de la actualidad, como Julian Barnes, Doris Lessing, Paul Auster, Martin Amis y Arturo Pérez-Reverte. Este tipo de contenidos le dan vida a un suplemento que entre no pocos lectores ya se ha vuelto en una importantísima referencia", aseguró.

Otra de las razones destacadas por los editores de Cataluña al otorgar la edición 2009 del premio, creado hace 24 años, ha sido el "valioso soporte" que constituye adn cultura para "la difusión de la producción editorial" en América latina.

Fernández Díaz eligió una frase de Pérez-Reverte para ilustrar la importancia de apoyar la proliferación de las obras literarias nuevas y clásicas: "Los libros ayudan a amueblar el mundo".

La cita a ese escritor también le ayudó a mencionar un "inolvidable" gesto llevado a cabo por la propia madre del director de adn cultura, cuando él era un niño. "Ella, que no tenía una gran instrucción escolar, decidió regalarme la colección de libros de Robin Hood, aquellos de tapa amarilla que contenían obras clásicas, muchas de ellas notables. Pero mi madre no me había regalado sólo eso, me había regalado un mundo... por eso creo que a los libros hay que defenderlos. Porque los libros nos defienden, a la vez, de la estupidez humana", concluyó.

Distinciones

Reconocimiento a LA NACION . Instituido hace 24 años, el premio Atlántida en la mejor tarea informativa en prensa escrita correspondió al suplemento adncultura "por el conjunto de su atención informativa al libro" y por "haber convertido al diario en un referente en el mundo literario de habla hispana y en un valioso apoyo para la difusión de la producción de las editoriales catalanas en América latina".


Derechos de autor. La escritora española Elvira Lindo fue galardonada por su labor en defensa de la propiedad intelectual "por su labor como columnista y difusora en favor del reconocimiento de los derechos de los creadores".


Por la pantalla. El premio Atlántida al mejor trabajo informativo en radio y TV fue entregado al programa TV3 Anima por "la valentía de su apuesta en favor del libro y de las artes".


Internet. Fue premiada también Vivianne Reding, comisaria europea para la Sociedad de la Información.

martes, 17 de noviembre de 2009

La última noticia

Por Manuel Justo Gaggero *

Mark Twain solía decir: “Las noticias sobre mi muerte son exageradas”. Lo mismo podría haber dicho Ariel Delgado, quien durante décadas sobrellevó una seria lesión en el corazón, hasta hace pocos días en que éste dijo basta.

Lo escuché por primera vez, como millones de argentinos, en 1955, cuando con una voz muy especial trasmitía desde Colonia, Uruguay, información sobre el golpe militar que se había iniciado contra el gobierno del general Perón. El oficialismo decía que era falsa y tendenciosa; con el tiempo se comprobó que era fidedigna.

Lo conocí a finales del año 1973 cuando me visitó en el diario El Mundo, que yo dirigía. Había abandonado las tierras orientales en razón del golpe militar y por su amistad con Héctor García, el dueño de Crónica, entró a trabajar en ese medio. Meses más tarde, la situación en el país se fue complicando y la Triple A lo incluyó en la lista de los amenazados de muerte. Nos volvimos a ver a principios de 1980 en Managua, Nicaragua, que vivía los primeros momentos de la Revolución Sandinista. El hijo de Ariel había combatido en las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional y, por su destacada actuación en el combate, tenía el grado de teniente en el Ejército Popular. Por ese motivo, y atraído por un proceso que generaba muchas expectativas en todo el continente, es que el inquieto Delgado decidió instalarse en el país centroamericano, pese a que el clima no le era propicio ni aconsejable, dado que había sufrido varios infartos.

Hombre de radio, desechó la propuesta del hijo de que entrara a trabajar en la Secretaría de Prensa de la Junta de Gobierno, y se incorporó al staff periodístico de La Voz de Nicaragua, que era la emisora del Estado. Pensó que le iban a permitir ejercer la función de locutor, pero la dirección de la emisora consideró que no hablaba como los “nicas”, por lo que lo destinaron a la preparación de las noticias para los noticieros.

Allí tenía un “censor” que hacía de “comisario político”, que revisaba todas las notas que elaboraba Ariel. En esos días estaba por viajar a Nicaragua Samora Machel, presidente y líder de la revolución que había terminado con el colonialismo portugués en Mozambique. Nuestro amigo preparó el informe comenzando por señalar que “desde Maputo ha partido el avión que trasladaba al dirigente africano”. El censor le tachó la información por desconocer que ése era el nombre de la capital mozambicana y le hizo un serio llamado de atención a este argentino bromista e irónico. Con su fino sentido del humor, pensando que así se daban los comienzos de las revoluciones, aceptó la crítica, y para corroborar lo que había escrito buscó un atlas en el que desgraciadamente no aparecía Mozambique. Volví a encontrarme con él a mediados de 1984 y riéndonos nos acordamos de aquellos años de “gallo pinto”, “guaro” en aquel proceso que tanto nos había marcado.

Fue la voz del canal de Crónica, y ya no se escuchará aquel frase tan particular con la que distinguía su noticiero: “Hay más informaciones para este boletín”. Uno de esos inolvidables personajes que he tenido el privilegio de conocer.

* Abogado, ex director del diario El Mundo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Memorias del miedo
Llegó a Argentina hace medio siglo. Director de The Buenos Aires Herald, transformó el diario en un problema para la dictadura denunciando desapariciones. El exilio, las amenazas y la vuelta
.


Por Raúl Kollmann

Robert Cox es un personaje peculiar. Le parece lo más natural del mundo que, habiendo sido director del The Buenos Aires Herald desde 1968, decidiera publicar en las páginas de su diario que en la Argentina del Proceso desaparecía gente y que había ciudadanos a los que incineraban de noche en la Chacarita. También tiene una visión particular de la Argentina de hoy: percibe un país distinto, mucho menos negativo que el que pintan los diarios más poderosos. En este viernes de diluvio universal, Cox dialogó con Página/12.

–¿Cómo fue que llegó a la Argentina?

–Era al final de la década de los ’50. Yo trabajaba en el norte de Inglaterra y vi un aviso en una revista que se llamaba World Press News. Pedían alguien que quisiera trabajar en la Argentina, en el The Buenos Aires Herald. Y para mí, Buenos Aires era un mito. Mi papá me habló siempre de la Argentina y hasta trató de convencerla a mi mamá de que fuéramos a vivir a Buenos Aires. Pero, la verdad, mi mamá no quiso. El mito me quedó en la cabeza y yo aproveché aquel aviso y llegué a Buenos Aires el 4 de abril de 1959, en plena época en que la Argentina quería conseguir cierta estabilidad democrática. A Arturo Frondizi, que estaba en el gobierno, le hicieron como 31 intentonas golpistas. Y diría que ya desde el principio, viví de cerca esa pelea por conseguir libertad y democracia.

–¿A raíz de qué su padre le hablaba de la Argentina?

–A mi papá lo alistaron en las fuerzas armadas británicas a los 13 años. Era un boy soldier, un niño soldado. Lo mandaron a la India y tengo fotos en los que anda, como mensajero, en un caballo blanco. Imagínese, a los 13 años como niño soldado. Fue en tiempos de la Primera Guerra Mundial, una verdadera masacre, una guerra atroz. Después se enroló en la Marina Mercante y eso es lo que lo trajo varias veces a Buenos Aires. En los barcos estaba encargado de las comunicaciones, que eran por radio. Les decían los Marconi men. De todo aquello, en mi niñez, me quedó la fascinación por Buenos Aires y la Argentina.

–¿Y qué se encontró aquí, al principio?

–Cuando empecé a trabajar en el Herald era un diario de la comunidad inglesa. Casi no había noticias sobre la Argentina. Apenas se copiaba algún editorial en un espacio que se denominaba The Voice of Argentina. Yo era muy joven y quería meterme en lo que pasaba aquí. De manera que tuve mi primera oportunidad cuando ocurrió el asesinato de Norma Mirta Penjerek, en 1963. Me di cuenta de que quienes escribían sobre el caso, mentían, inventaban. Ese crimen nunca fue esclarecido. Y ya entonces empecé a pensar que la mayoría de los grandes diarios, con algunas honrosas excepciones, acostumbran poner lo que los poderosos querían. En toda mi vida en la Argentina, hubo pocos años de democracia, porque a Frondizi lo echaron, a Arturo Illia lo echaron y a Isabel la echaron. Y lo cierto es que los grandes diarios se acostumbraron a poner lo que los militares querían que pusieran. Que hoy en día los dueños de los grandes diarios no reconozcan el papel que jugaron de apoyo a la última dictadura es muy grave. Sería importantísimo que lo reconozcan. Si no lo hacen, es imposible que tengan plena credibilidad.

–Muchos argumentan que no sabían lo que pasaba. Tal vez eso tenga que ver con lo que usted dice de los grandes diarios.

–Yo soy un convencido de la importancia del periodismo, porque es a través de los medios que se puede advertir lo que pasa y lo que puede pasar. Hace un tiempo fui con mi hija a la presentación del libro Marshall T. Meyer, el rabino. Un hombre, de Mariela Volcovich. Y recordé cuando hablábamos con Marshall Meyer sobre la similitud del gobierno militar y los nazis. Teníamos datos muy concretos de las esvásticas en los lugares de detención. Y yo terminé viendo eso con mis propios ojos, cuando me detuvieron. Hace un par de semanas, cuando me honraron designándome Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, Patrick Rice, que es sacerdote, también recordaba que en Coordinación Federal había esvásticas. Y a mí me llevaron allí. Me hicieron sacar la ropa y me metieron en una celda. Había una enorme esvástica y debajo la leyenda: nazi-nacionalismo. Era su símbolo. Ninguno de los grandes diarios lo decía. Había una especie de acuerdo de caballeros entre ellos, con honrosas excepciones, El Día de La Plata, el Río Negro y muchas veces Crónica. Por supuesto, nuestro diario, el Herald.

–¿Qué lo llevó a ir a Plaza de Mayo a ver las rondas de las Madres?

–Desde el principio de la dictadura empecé a ir a la Plaza de Mayo a ver las rondas de las Madres. Los medios habían instalado la idea de que el golpe fue de terciopelo, que no hubo violencia. Pero nosotros empezamos a ver que aparecían cuerpos. En ese momento llamaban de la Casa de Gobierno y nos decían a Andrew Graham-Yooll y a mí, en el Herald, que estaba prohibido hablar de los cuerpos, de tiroteos y de cualquier hecho de esa naturaleza. Le dije a Andrew que no podíamos quedarnos con un llamado telefónico. De manera que Andrew fue a la Casa Rosada y allí le dieron un papel, sin membrete, con un listado de cosas prohibidas. Decía en ese listado que no se podía publicar ninguna desaparición o muerte sin confirmación. Así que tomamos la decisión de pedirles a quienes nos hacían una denuncia, que presentaran un hábeas corpus pidiendo la libertad de su familiar. No era fácil: el único abogado que aceptaba firmarlos era Emilio Mignone.

–¿Cómo se animó a publicar lo que empezaba a percibir?

–El primer paso que di fue publicar dos notas en el The Washington Post, del que yo era corresponsal, porque el sueldo en el Herald me resultaba insuficiente. Hablaba en esas notas de que la prensa estaba bajo un régimen de censura y autocensura y empecé a mencionar casos de desaparecidos. Yo trabajaba en el edificio Safico, sobre la avenida Corrientes. Un día, cuando ingresé en el edificio, donde tenían oficinas la mayoría de los corresponsales, me encontré con una señora que buscaba a su marido desaparecido. Ese fue el primer caso. Pero después vivimos un segundo hecho muy grave. Era el jefe de laboratorios Squibb, un muchacho que quería sumar otra carrera universitaria a la que ya tenía. Por eso concurría a la Universidad. Lo concreto es que llegó un grupo de individuos, que vestían uniforme, y se lo llevaron. Apareció agonizando en una zanja. Unas monjas en el hospital trataron de salvarlo, pero murió. En el entierro había muchísimas personas y cuando el cortejo estaba en marcha pasaron varios Ford Falcon y tiraron panfletos tildándolo de traidor de Montoneros. O sea tratando de hacer creer que lo había matado Montoneros. Por supuesto que nadie lo creía, porque estaba claro quién lo había secuestrado. Pero la prensa hacía silencio.

–¿Y Plaza de Mayo?

–Yo iba a Plaza de Mayo porque me enteré de que allí hacían cola los familiares de personas desaparecidas. Es que se decía que repartían diez números para ser recibidos por un oficial de Gendarmería que, supuestamente, informaba a veces del lugar donde podía estar presa una persona. Yo charlaba mucho con quienes estaban allí, frente a la Casa Rosada. En aquel momento corrió la versión de que quemaban cuerpos durante la noche en el crematorio de la Chacarita. Y hacia allí fui con mi esposa, Maud. Pudimos ver claramente el humo. Pero en aquel momento no había muchas personas en Plaza de Mayo. De a poco se fueron sumando. Y también de a poco empezaron a venir al diario. Nosotros les insistíamos en que presentaran el hábeas corpus y de inmediato publicábamos. La idea era salvar vidas. Porque la principal noción consistía en que si lo poníamos en el Herald o salía en cualquier diario, ya los militares no podían decir que no sabían. La verdad es que todo se sabía. Los Falcon andaban en pleno centro, a mucha velocidad, y con sujetos de civil con medio cuerpo afuera y mostrando armas. Pero tenía que estar en los diarios como prueba. Y éramos pocos los que publicábamos. En radio, Ariel Delgado, desde Radio Colonia era casi la única voz distinta.

–Terminaron deteniéndolo a usted.

–Yo me imaginaba que al final me iban a detener, y así sucedió. Me llevaron a Coordinación Federal, a la Superintendencia de Seguridad, y estuve alojado en cuatro celdas distintas. De aquellos días recuerdo los gritos que se escuchaban de los torturados y también las inscripciones en las celdas. Muy poquitas decían Viva la Revolución, la mayoría era invocando a su madre, pidiendo por ella, por su familia, por Dios. Eran inscripciones muy pero muy emocionantes, desgarradoras. Como yo, afortunadamente, era muy conocido, en especial entre los diplomáticos de los países democráticos, hubo una fuerte reacción. Y eso llevó a que me dejaran en libertad bajo fianza. Igual, las amenazas eran diarias.

–Al final se tuvieron que ir del país.

–Lo que nos llevó a Maud y a mí a decidir la salida de la Argentina fue una carta que le entregaron a nuestro hijo, Ignacio, al que le decíamos Peter. Tenía once años e iba al colegio San Andrés. Le dieron una carta en un sobre del colegio y Peter pensó que era para nosotros, sus padres. Maud, en cambio, creyó que era de sus compañeros. Al final fue el niño quien la abrió y pegó un alarido, porque vio que tenía el membrete de Montoneros y pensó que explotaría. El texto era tremendo. Empezaba diciendo que ellos estaban acostumbrados a comer niños envueltos para el desayuno y luego describía con mucho detalle todo lo que hacían nuestros cinco hijos y nosotros dos. Otra vez demostraban lo nazis que eran porque hacían una lista de nuestros amigos, incluyendo casi exclusivamente a nuestros amigos judíos. Para nosotros quedó claro que tenían alguien dentro de nuestra familia espiándonos. En verdad, ya me venían llegando cartas con el membrete de Montoneros diciendo que me premiarían por mi defensa de los derechos humanos. Supongo que eran cartas mandadas desde la SIDE y que en cualquier momento iban a usar para detenernos otra vez, o quizás algo peor. También hubo una nota que nos enviaron que decía que si no nos íbamos del país nos matarían.

–¿No hizo ninguna gestión oficial contra el hostigamiento que venía sufriendo?

Decidí ir a ver al ministro del Interior, Albano Harguindeguy, para exigirle por la seguridad de mi familia. Se trataba de un hombre gordo que se rió y me dijo: “Mis chicos tienen una colección de sus amenazas”. Incluso, el día antes de irme del país, me citó el propio general Videla. Me dijo que él no podía renunciar porque de lo contrario su lugar lo ocuparía otro general que salpicaría el país con sangre. Increíble. En la navidad de 1979 nos fuimos con toda la familia a Inglaterra. La idea era dejar pasar un breve tiempo y luego volver. Me dieron una beca en Harvard y me trasladé hacia allí, siempre con la idea de no tomar ningún trabajo fijo, sino volverme a Buenos Aires. Pero, al final, se hizo imposible. Corríamos mucho riesgo y, lo peor, es que se lo hacíamos correr a nuestros cinco hijos. Terminé trabajando en la empresa que era dueña del Herald, The Post and Courier, de Charleston, Carolina del Sur. Allí siempre me dijeron que escribiera lo que pensaba. Más allá de todo esto, le digo que vengo a la Argentina dos veces por año. Uno de mis hijos vive aquí y disfruto mucho de Buenos Aires. Y hemos publicado, en inglés, un libro sobre nuestra vida durante el Proceso. Esperamos que la traducción esté en junio próximo en las librerías argentinas. Se llama Secretos sucios, Guerra sucia. Está escrito por mi hijo, David Cox.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

“Tatuados por los medios”

Un nuevo libro de la periodista Silvia Bacher presenta los dilemas de la educación de los jóvenes en la era digital
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Por Washington Uranga

Hay quienes los llaman “nativos digitales”. Silvia Bacher los nombra con el título de su libro (178 páginas) de reciente aparición: Tatuados por los medios (editorial Paidós, 2009). El trabajo, que lleva el subtítulo “dilemas de la educación en la era digital”, habla de los jóvenes y de su relación con los procesos educativos. La obra ingresa en la problemática que surge del desarrollo de las nuevas tecnologías en la vida de las generaciones más jóvenes, pero desde una perspectiva que inscribe este aspecto en el marco de una realidad mucho más compleja.

O como lo señala el investigador colombiano Jesús Martín-Barbero en el prólogo del mismo libro, sin caer en “la tramposa instrumentalización de las ‘nuevas tecnologías’ para tapar con ruido y brillo digital la hondura de la crisis que atraviesan las relaciones de la escuela con su sociedad, o el altivo desprecio con que se identifica la mutación tecnocultural del mundo que habitamos con la más fatal de las decadencias de Occidente”.

El trabajo, que combina lo conceptual y los desarrollos teóricos que apelan a connotados investigadores en la materia con la presentación de experiencias, se transforma en una muy ordenada y orientadora agenda de las principales preguntas que el mundo adulto, en particular de los educadores, puede hacer hoy frente al conflicto que la digitalización y la complejidad de la integración tecnológica de los medios de comunicación, le plantea, en primer lugar, al sistema educativo en general, y en forma particular a educadores y los mismos padres.


Sin recetas, pero con muchos recorridos que aportan luces para mejorar el diagnóstico, Tatuados por los medios es un desafío para abrir la cabeza alejándose del camino de la queja y de la declaración de impotencia ante el nuevo escenario.

Para ello, Bacher (periodista de radio, televisión y medios gráficos, especializada en temas de educación) recurre a sus propias experiencias, apoyada en la trayectoria de la red de radios escolares de la que es promotora y artífice junto a comunicadores y docentes de escuelas de todo el país.


En un escenario donde se enfatiza el discurso de los derechos mientras se adelantan prácticas que lo contradicen, Bacher sostiene que “no hay forma de garantizar los derechos de la infancia, si no es potenciando la capacidad crítica y las habilidades comunicativas. Por eso, no pueden considerarse políticas públicas de promoción de derechos aquellas que se limitan a exhibir coloridos afiches en las paredes de las escuelas, a las que asisten la discriminación o la falta de solidaridad. Y a las que, si no se la desarticula, antes o después, concurre la violencia”.

El argumento del libro no es contra la escuela ni en desmérito de los docentes. Por el contrario. Las reflexiones aportan a rescatar la idea de una escuela de nuevo tipo, que tiene que dialogar con otra conformación social y cultural y, sobre todo, con jóvenes que forjan su identidad a partir de nuevos estímulos, a través de otras formas de incorporación de información y metodologías no imaginadas para la producción de conocimiento donde la escuela, y los docentes, dejaron de ser la única y privilegiada fuente del saber.


Los docentes compiten con una suerte de otro maestro “fantasma” que se presenta de manera siempre inesperada y novedosa a través de la red de redes poniendo en jaque sus propios conocimientos y su autoridad. En ese marco Bacher sostiene que “educar en una sociedad en la cual los lazos se tornan frágiles no es tarea sencilla”, no obstante lo cual “en un entorno volátil, gobernado por las tecnologías y el marketing, los docentes son anfitriones de uno de los pocos escenarios aún vigentes que permiten construir vínculos en los cuales los valores como el amor, la libertad, la identidad, cobren carnadura”.

En lo que podría titularse como “reivindicación del maestro en la era digital”, la autora rescata que son los docentes los que pueden promover la formación de hombres y mujeres abrazados al respeto a los derechos humanos, el reconocimiento del diferente y la preservación del medioambiente, entre otros valores. Porque “desde las culturas ancestrales, el maestro es el líder con carisma suficiente para iluminar mentes y corazones. Una guía capaz de estimular el pensamiento aun en condiciones adversas”.

¿Cómo? Desarrollando un modelo educativo que, lejos de enfrentarse a los medios y a la avalancha informativa de la red de redes, incorpore su lenguaje y su dinamismo desde marcos de referencia que consoliden las estrategias educativas, incentivando la curiosidad, la innovación y la creatividad, reconociendo también la brecha digital que existe entre estudiantes y docentes, pero vinculando todo ello en un proceso comprometido con la construcción de criterios y valores. Una “escuela wiki”, propone Silvia Bacher.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El uso de la palabra
Audiencia sobre libertad de expresión en la CIDH y debate sobre la ley audiovisual en el Inter American Dialogue. La embajadora de los Estados Unidos elogió la ley. Emilio J. Cárdenas y su presión sobre el Dialogue. Intervención emocional de un enviado de Clarín, mientras se reúne la SIP en Buenos Aires y los camioneros disputan por el encuadramiento gremial de quienes transportan diarios.

Por Horacio Verbitsky

Desde Washington

Nos encontramos en el aeropuerto de Ezeiza. Damián Loreti caminaba con lentitud y dificultad por un ataque de gota. Junto con Andrea Pochak integrábamos la delegación del CELS, que asistiría a las audiencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y participaría en un debate sobre la ley audiovisual en el Inter American Dialogue, que reúne a políticos y académicos de Norte, Centro y Sudamérica. Cuando vimos avanzar rengueando al secretario de redacción de Clarín, Miguel Wiñazki, pensamos que le estaba haciendo un chiste a Loreti, quien lo asesoró en un juicio de Zulema Menem por el que le embargaron parte de su sueldo. Pero nos contó que se había descoyuntado una rodilla y estaba en una pata del dolor. Le preguntamos a dónde viajaba.

–Los sigo a ustedes –contestó sonriente.

Como sabía de la mesa en el Dialogue pero no de la audiencia en la CIDH le contamos que uno de los casos que llevábamos era del Grupo Clarín, como yo le había comunicado al editor general, mi viejo amigo Ricardo Kirschbaum, con quien tratamos de mantener el afecto por encima de las diferencias cada día más grandes de apreciación sobre lo que ocurre en la Argentina. Para Clarín una ley que es señalada como modelo para la región y que no tiene un solo artículo que restrinja contenidos es un atentado a la libertad de expresión, lo mismo que la pugna gremial por el encuadramiento de los camioneros que transportan diarios. El bloqueo por algunas horas de plantas impresoras o de distribución no es más salvaje, sino menos, que el lockout de las patronales agropecuarias, cuyos cortes de rutas desabastecieron de alimentos por semanas a las ciudades, con el beneplácito de Clarín, que trató el caso como un edificante despertar cívico. Como escribió mi amigo Eduardo De la Serna, coordinador del movimiento “Carlos Mugica” de sacerdotes católicos en opción por los pobres, “con la actitud patoteril que lo caracteriza, Moyano bloqueó la salida de camiones ya varias veces. Pero cuando bloqueó el centro de distribución de Coto no recuerdo que Clarín titulara ‘Kirchner amenaza el supermercadismo independiente’...”.

Tres casos
Al día siguiente Wiñazki apareció junto con la corresponsal de Clarín, Ana Baron en la audiencia de la CIDH. Su desarrollo completo, con video y todo, está en las páginas web de la OEA y del CELS (http://www.oas.org/en/media_center/videos.asp?sCodigo= 090275&videotype=&sCollec tionDetVideo=3). Hicimos allí el seguimiento de viejos casos de libertad de expresión, afectada por funcionarios de los tres poderes del Estado: Carlos Corach, Eduardo Menem y el juez Omar Jesús Cancela, quienes presentaron denuncias penales y civiles (contra mí, por Robo para la corona; contra el director de Humor, Tomás Sanz, y contra el canal de televisión del Grupo Clarín, la guionista Maitena Burundarena y la actriz Gabriela Acher, por un sketch humorístico). Con esos tres casos iniciamos en 1999 un procedimiento de solución amistosa por el que el Poder Ejecutivo se comprometió a derogar los artículos de los códigos Penal y Civil que castigan las calumnias e injurias en casos de interés público. Después de diez años de incumplimientos, la presidente CFK mandó el proyecto, pero limitado al Código Penal. La despenalización fue sancionada hace una semana por Diputados y sólo falta el voto del Senado. Por eso pedimos en la audiencia que la Comisión enviara los casos de Humor, del Canal 13 y el mío a la Corte Interamericana, para que ésta obligara al Estado a modificar también esa legislación. Wiñazki nos contó que estaba muy bien impresionado por el funcionamiento del sistema y nos agradeció porque al derogarse el desacato se anuló una causa en su contra. Le dije que era una lástima que en el clima de polarización que vive nuestro gremio, sólo Nelson Castro hubiera dedicado al menos una línea en Perfil a reconocer la importancia de la despenalización de calumnias e injurias, mientras el resto de los medios minimizan el resultado de una lucha que ya lleva dos décadas contra los instrumentos que históricamente sirvieron para perseguir a los periodistas y proteger a los funcionarios, porque lo único que hoy parece importar es el perjuicio económico que tal vez llegue a sufrir el Grupo Clarín si tiene que ceder parte de su espacio para que surjan otros medios.

El Inter American Dialogue
Por la tarde volvimos a encontrarnos, en el Inter American Dialogue. Un gestor, no sabemos si pago o espontáneo, aunque eso es lo de menos, había exigido que se invitara al panel a Martín Echevers, gerente del grupo Clarín. El Inter American Dialogue no cedió a la presión. Podría asistir y participar, con preguntas y opiniones, pero el panel estaba constituido sólo por José Miguel Vivanco, el director ejecutivo de Human Rights Watch/Americas, y por mí. Era sobre la ley de medios y no sobre alguno en particular, por importante que fuera. El gestor fue Emilio J. Cárdenas, el abogado que calificó al gobierno de Menem como “una cleptocracia” y de inmediato aceptó representar a ese gobierno de los ladrones como embajador en las Naciones Unidas. La semana pasada Cárdenas publicó una columna en Clarín según la cual el espejo que adelanta la realidad argentina es la censura cubana. En mi intervención dije que la ley derogó un decreto de la dictadura, que ponía la seguridad nacional por encima de la libertad de expresión. Esa cláusula no era una rama seca, dado que Fernando de la Rúa intentó usarla en diciembre de 2001 para impedir que los canales de TV transmitieran la represión a las movilizaciones populares. Todas las modificaciones al decreto a partir de 1989 favorecieron el surgimiento de televisoras privadas, pero sin control sobre la concentración y el abuso de posiciones dominantes. Por ejemplo, la compañía española Telefónica posee ocho canales de televisión y el diputado nacional Francisco De Narváez es el principal accionista del multimedios América, pese a las respectivas prohibiciones legales. Con el pretexto de regularizar el espectro de Frecuencia Modulada, Carlos Menem autorizó que una misma empresa tuviera hasta veinticuatro licencias en vez de cuatro, y ningún medio protestó. La autoridad regulatoria se integraba con un militar de cada fuerza armada y dos empresarios. En vez de ese cuerpo militar-comercial, a partir de 1984 la autoridad quedó en manos de un interventor designado por el Poder Ejecutivo, sin control de ningún tipo. La radiodifusión estaba reservada a organizaciones con fines de lucro, salvo la Iglesia Católica Apostólica Romana, que a partir de 1989 obtuvo más de 300 autorizaciones en todo el país, por decreto, sin que nadie se quejara. Poner fin a esta situación restrictiva de la libertad de expresión y empobrecedora de la democracia fue el objetivo de una coalición de tres centenares de organizaciones, que elaboró un documento de 21 puntos para una radiodifusión democrática. CFK tomó en consideración ese programa en la propuesta que puso a discusión en marzo de este año. Durante seis meses fue analizada en veintiocho foros en todo el país y más de sesenta conferencias. Además se recibieron sugerencias y propuestas por Internet. En este proceso se introdujeron un centenar de correcciones, hasta llegar al proyecto de ley. Cuando fue enviado a la Cámara de Diputados un amplio debate dio como resultado otro centenar de cambios, entre ellos los dos principales que planteó la oposición: el ingreso de las compañías telefónicas y la integración de la autoridad de aplicación. Esta es la primera ley anotada artículo por artículo desde el Código Civil del siglo XIX. Incluye legislación comparada de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Chile, Uruguay y Brasil, más los principios y recomendaciones sobre libertad de expresión de la CIDH y sus relatores, y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Las preguntas sobre la ley fueron contestadas por Loreti, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, ex director de su carrera de Comunicación y miembro de la Comisión Directiva del CELS. Loreti fue el principal experto académico consultado por el Comfer para realizar ese cotejo minucioso de legislación. Una vez sancionada la ley, el gobierno dispuso por decreto que los reguladores fueran sometidos al mismo procedimiento de escrutinio e impugnaciones que distintas fuerzas y organismos reclamaron durante el debate parlamentario. El modelo es el decreto 222/03, por el cual el Poder Ejecutivo aceptó autolimitar sus facultades en la elección de los ministros de la Corte Suprema de Justicia, de modo que las designaciones fueran sometidas al control de la sociedad. La definición de tres segmentos, público, privado comercial y privado sin fines de lucro amplifica la participación y contribuye a la pluralidad de voces. Lamentablemente esta reforma tan positiva se produce en un clima de polarización política, inevitable cuando se afectan intereses económicos. Esa polarización comenzó en marzo del año pasado, cuando los principales medios, que tienen intereses en el sector agropecuario, asumieron una posición militante en contra del aumento de las retenciones a las exportaciones de cereales y oleaginosas, no como una opinión sobre el interés general sino en defensa de intereses propios afectados. Agrego ahora: el gobierno no se quedó de brazos cruzados y ésa es la sorpresa que no le perdonan.

Una ley mejor
Como comentarista intervino el director ejecutivo de Human Rights Watch/Americas, el jurista chileno José Miguel Vivanco, quien dijo que los monopolios y los oligopolios en la propiedad de los medios constituían uno de las problemas más extendidos para la libertad de expresión, dado su impacto adverso sobre la circulación de ideas, el pluralismo, la diversidad, el debate democrático y el derecho de todos a estar informados. Informó que la amplia mayoría de la Cámara de Diputados que aprobó la ley no pertenecía sólo al partido del gobierno. “No tiene sentido afirmar que la nueva ley fue concebida para dar mayor control al Ejecutivo, ya que la preexistente le concedía un poder prácticamente absoluto”. Vivanco comparó la situación argentina, donde quien posea un canal de televisión abierta no podrá tener también un canal de cable, con la de Estados Unidos, donde esa restricción no existe. Pero aquí, en cambio, “no se permite poseer un diario y un canal de televisión”. Para el director de Human Rights Watch la nueva ley también tiene aspectos problemáticos. La autoridad de aplicación carece de completa autonomía, por lo que es clave el nombramiento de personas capaces e independientes para ejercer funciones de supervisión, según el decreto que dió participación a la sociedad civil en esas designaciones. Dijo que las definiciones de la ley sobre las faltas que pueden llevar a la cancelación de la licencia eran vagas. (Loreti le respondió luego con la lectura de las causales de caducidad de la ley chilena, de una amplitud e imprecisión totales). Sobre el plazo para la desinversión, Vivanco dijo que la ley no especificaba mecanismos de posible compensación para quienes probaran un perjuicio económico, pero que tendrían acceso a recursos administrativos y judiciales para pedirla, de modo que la resolución quedaría en manos de la justicia y no del poder administrador. Cuestionó como discriminatoria la posibilidad de conceder frecuencias a la Iglesia Católica a su solo pedido y mencionó el “desafortunado incidente” del “hostigamiento” de la AFIP a Clarín mientras se debatía la ley.

Argentina y Venezuela
Vivanco dijo que era “una horrible simplificación decir que la Argentina se está convirtiendo en Venezuela”, ya que el gobierno de Hugo Chávez extendió el alcance de la ley de desacato e incrementó las penas por calumnias e injurias, que permiten “la arbitraria suspensión de estaciones de radio y televisión”. El propio Vivanco fue expulsado por el gobierno de Chávez cuando intentó presentar un libro sobre sus primeros diez años de gobierno. Los funcionarios venezolanos “restringieron el acceso público a la información, abusaron del control de las frecuencias amenazando o castigando a las televisoras por su programación crítica” y se establecieron “delitos de prensa”, que se castigan con prisión de hasta cuatro años por suministrar información “falsa” que “perjudique los intereses del Estado”. El gobierno prohibió avisos que criticaban un proyecto de ley e intentó obligar a los canales de cable a transmitir los discursos de Chávez en vivo. Lo contrario ocurre en la Argentina, cuyo gobierno “impulsa en forma activa la despenalización de las calumnias e injurias en casos de interés público”. Además, “el sistema básico de controles y contrapesos funciona, lo cual fue evidente durante la discusión de la ley” y está abierto el recurso a la justicia. Su conclusión fue que, si maneja bien los temas pendientes señalados, la Argentina se convertirá en un referente para la región en el debate sobre los monopolios y oligopolios. Aun si así no fuera, se habría creado una ley mejor que la anterior. Para Vivanco, el gobierno debería presentar otra ley, de acceso a la información, y adoptar reglas claras para la distribución de publicidad oficial. Ese fue también el planteo del CELS durante el debate de la ley.

Estado emocional
Luego de las exposiciones tomó la palabra Wiñazki, quien pidió expresarse en castellano. En una intervención de tono muy emocional indicó que la ley importa menos que las actitudes del ex presidente Néstor Kirchner y su desafío “¿Qué te pasa Clarín”, al que atribuyó el clima que yo había descrito. También mencionó las descalificaciones de Kirchner contra Leonardo Míndez y de CFK contra Hermenegildo Sábat (que fueron cuestionadas en esta columna cuando se produjeron) y se refirió en forma despectiva a sus colegas de medios estatales y privados “afines al gobierno”, a quienes llamó “propagandistas del poder”. El vicepresidente del Dialogue, Michael Shifter, aclaró que Wiñazki representaba a Clarín. El editor dijo “sí, soy Clarín”, y se quejó de que esa pertenencia fuera utilizada para descalificar a sus periodistas. Respondí que su arenga confirmaba la lamentable polarización sobre el tema y me eximía de más comentarios. También intervinieron los académicos argentinos Silvio Waisbord, quien preguntó sobre la publicidad oficial y el contexto en que se aplicará la ley, y Héctor Schamis, quien adujo que no existe polarización sino una verdadera persecución contra los periodistas. Los participantes estadounidenses, como el periodista John Dinges, Shelton Davis o el propio Shifter se limitaron a preguntar, acerca de cómo se organizará el sector público de radiodifusión, qué pasará con quienes tienen mayor número de licencias que las permitidas, cuál es la situación de los pueblos originarios que contempla la ley, qué oligopolios serán afectados o cómo actuará el Congreso luego del 10 de diciembre, cuestiones que respondió Loreti. Ana Baron sostuvo que no era cierto que la ley se inspirara en la legislación estadounidense, ya que aquí no hay medios públicos. Loreti repuso que ese aspecto coincide con la legislación de Francia. En su nota sobre el coloquio publicada en Clarín del viernes, Wiñazki mencionó su emotivo discurso con señalable modestia como afirmaciones de “algunos de los presentes”. Ni Wiñazki ni Baron escribieron sobre la audiencia en la CIDH que les había causado tan buena impresión.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Periodismo basura

Ernesto Martinchuk critica cierta práctica periodística a la que califica de “periodismo basura”.


Por Ernesto Martinchuk *

Las personas creemos estar informadas por la sobredosis de noticias que recibimos diariamente –hoy se lee en un día lo que en el siglo XVIII se tardaba casi una vida–, pero, en realidad, se reciben las coberturas que los grandes medios desean difundir.

¿Existe una diabólica agenda que pauta cada día “Noticias Basura”, que se difunden significativamente en los grandes medios de todos los países?

La palabra “infotretenimiento” (infotainment) comenzó a ser utilizada en los ’80 por el académico Carl Jensen, quien agregó que las “Noticias basura son bocadillos azucarados pero nada nutritivos para el consumidor”.
Los ciudadanos “engordan” alimentándose con “comida chatarra”, porque es más barata, y la gente es forzada a consumir “noticias basura”, que aumentan su obesidad cultural y mental en vez de informarlas en forma veraz.


Hoy no nos asombran los periodistas que incursionan en el mundo de la publicidad o del espectáculo. Suelen “vendernos” desde un seguro hasta un yogurt. El segmento policial está auspiciado por la publicidad de puertas blindadas. Pareciera que la calle de la “empresa periodística” y el “periodismo” se ha convertido en una avenida de doble mano.
El “Periodismo Basura” presenta historias que abordan asuntos importantes manipulando historias, trivializándolas o personalizándolas, para, a menudo, derivar en un relato divorciado de los criterios de interés general original.


Por otra parte, asistimos a un nuevo fenómeno: todos los noticieros apelan a las imágenes existentes en YouTube sin chequear, muchas veces, si son reales o armadas. Es significativo el tiempo que en los noticiarios de televisión destinan a banalidades sensacionalistas, en vez de ofrecer noticias que hacen al desarrollo tecnológico, la nanotecnología, la cultura, la educación, la salud, el desarraigo, la migración interna, la planificación urbana o rural, el agua, las fuentes de energía, la minería o problemas que hacen a la calidad de vida vigentes en el país todo. Nos han enseñado a vivir el presente sin proyectarnos hacia el futuro como personas y país. La clase dirigente también, los empresarios y muchos destacados periodistas sólo se ocupan de salvaguardar sus intereses.

Nuestros adolescentes saben más de héroes y “patriotas” extranjeros, se promocionan artistas, festividades y costumbres de otros países mucho más que las de carácter nacional. Como dice mi amigo Jorge Alessandrini: “... en nuestro país a los próceres se los homenajea pero no se los honra...”.

Si una democracia depende en buena medida de la calidad de las formas de comunicación que la hacen posible, es necesario rehabilitar la vida pública, llenando el presente de palabras y actos que permitan imaginar horizontes nuevos dado que faltan propuestas y sobran escándalos en el estéril panorama intelectual de los medios.

* Periodista. Docente en la Escuela de Periodismo Círculo de la Prensa.

viernes, 23 de octubre de 2009

Prensa, mentiras y videos: Los comunicadores deberán sumar herramientas de contrainteligencia
La revista Imagen brindó su filoso punto de vista sobre el escándalo del video acerca del que han ...

martes, 6 de octubre de 2009