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jueves, 29 de octubre de 2009

Represion ilegal en Argentina

“La gente no valía nada”
El ex policía Ramón Roque Calderón, actualmente preso por delitos comunes, fue guardia de dos centros clandestinos. Relató cómo fue torturado y asesinado el subcomisario Ricardo Fermín Albareda e identificó a sus asesinos.


“He visto cosas que la mente humana no puede creer. La gente no valía nada.” La confesión pertenece a Ramón Roque Calderón, ex miembro del Departamento de Informaciones (D2) de la policía de Córdoba, ex guardia de dos centros clandestinos de detención durante la última dictadura y testigo central del segundo juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba. El ex policía, preso por delitos comunes, relató cómo fue degradado, torturado y asesinado el subcomisario Ricardo Fermín Albareda, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, e identificó a los asesinos.

A primera hora, Calderón prestó testimonio ante el fiscal Gustavo Vidal Lascano en la causa que investiga la muerte del ex policía Jesús González, cinco días antes del comienzo del proceso en el que estaba citado como testigo. Dijo que ambos fueron guardias del destacamento policial Pilar y del “Chalet de Hidráulica”, frente al lago San Roque, al que fue trasladado Albareda. González “presenció lo mismo que yo”, dijo. La investigación de la muerte parece orientarse hacia la hipótesis del suicidio y tendría relación con la preocupación que le generaba tener que declarar. Fuentes judiciales informaron a La Voz del Interior que González “hizo una broma a su esposa sobre la posibilidad de quedar detenido por falso testimonio cuando vio por TV a Calderón relatando lo ocurrido con Albareda”. De no surgir nuevos elementos que permitan pensar en la instigación al suicidio, el expediente se cerrará.

Calderón relató que fue de guardia al servicio del D2 entre 1976 y 1980. Trabajaba siete días corridos y descansaba dos semanas. Calculó que vio a “más de doscientos detenidos” en el “Chalet de Hidráulica”. Luego se metió de lleno en el caso Albareda. El subcomisario y militante del PRT fue secuestrado el 26 de septiembre de 1979. Esa noche compartió la guardia con el finado González y los hermanos Antonio y Hugo Carabante. Los cuatro vieron llegar a la víctima con sus captores: el jefe del D2 Raúl Pedro Telleldín, los policías Hugo Cayetano Britos y Américo Pedro Romano.

“Llegaron de civil con Albareda, que estaba con uniforme de policía y esposado”, dijo. “Lo ataron con alambre a una silla. Telleldín le dijo a Britos que le arrancara las insignias y que lo degradara”, describió Calderón, quien identificó ante el tribunal a sus compañeros del D2 Britos y (Luis Calixto) Flores. Luego Telleldín les anticipó lo que vendría: “Esto les va a servir de ejemplo para el día que traicionen a la policía. Vea ‘Kung Fu’ lo que les pasa a los traidores. Van a morir igual”, les dijo. Tras aplicarle “una golpiza salvaje, Telleldín sacó un bisturí y le dijo a Albareda: ‘Usted camina por el peso de las bolas. Se las voy a cortar’. Y le cortó los testículos”, narró ante el tribunal. Agregó que en ese momento pidió retirarse porque se “sentía mal”. Luego le contaron que Telleldín le introdujo los testículos seccionados en la boca de la víctima y se la cosió. Recordó también que durante la sesión de torturas “pusieron música a todo lo que daba para tapar los gritos” y que luego Telleldín, los hermanos Carabante, Britos y Romano comieron un asado al aire libre. Sobre el destino final del cuerpo, dijo que supo por los Carabante que lo arrastraron y lo cargaron “como una bolsa de papas” en un auto. Britos y otro chofer lo cargaron y se lo llevaron, aunque, según Calderón, nunca supo a dónde. Telleldín ordenó que limpiaran la sangre “con lavandina”. “Y cumplimos”, admitió. Tuvo “terror aquella noche”, aseguró.

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