Exhibe Aristegui a una elite política “que no ha estado a la altura de la democracia"
Reúne en Transición 26 entrevistas a personajes ligados con la salida del autoritarismo
Exhibe Aristegui a una elite política “que no ha estado a la altura de la democracia”
“Si no ocurre nada, tendremos una transferencia de poder presidencial casi trágica”, lamentó la periodista
Presentará el volumen en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
Ericka Montaño Garfias
Periódico La Jornada
Viernes 27 de noviembre de 2009
La elite política del país no ha tenido la altura suficiente para lograr la odisea de tener un país democrático a cabalidad; ése es el gran reto a resolver, advierte la periodista Carmen Aristegui, quien habla de su nuevo libro Transición, que incluye 26 entrevistas a políticos, académicos e intelectuales que han estado inmersos en ese proceso, entre ellos el ex presidente Miguel de la Madrid con sus polémicas, y después silenciadas, declaraciones respecto de su sucesor, Carlos Salinas de Gortari.
En este libro, que se presenta el sábado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, los entrevistados hablan de lo que para ellos es y fue la transición democrática, aunque marcan diferentes fechas para su inicio: para algunos 1968, para otros las elecciones de 1988, o momentos precisos como el convulso 1994 o las elecciones de 2000. Al menos tres –Santiago Creel, Juan Ramón de la Fuente y Andrés Manuel López Obrador– hablan de su posible candidatura presidencial en 2012. Manuel Bartlett, a su vez, se refiere a la alianza Carlos Salinas-Vicente Fox, y además envió una carta escrita ex profeso para el libro, en la que señala que Miguel de la Madrid le confesó su arrepentimiento por haber dejado a Salinas como presidente.
Así, Transición “es un conjunto de voces disímbolas.
La selección fue para tener un mosaico lo más plural posible de los protagonistas de los años recientes. Originalmente la lista era mucho más larga, pero a final de cuentas optamos por estos 26, quienes representan, en buena medida, parte de lo que ha sido esta transición. Como todo proyecto, es insuficiente, pero creo que es un acercamiento razonablemente bueno”, dice la autora en charla con La Jornada.
Sin capacidad para la autocrítica
–En estas entrevistas todos se lavan las manos, nadie acepta su responsabilidad.
–Ése es un hecho real. Es parte de una cultura que en un momento dado tenemos que cambiar y que debería ser parte de una cultura democrática, que no tenemos del todo. También es un rasgo de personalidad, de la manera en que cada protagonista entiende las cosas, la manera en que identifican responsabilidades en otros espacios, pero muy difícilmente hacen un ejercicio autocrítico, ese tirabuzón cuando se llega al punto de: ‘bueno, ¿y qué hiciste o no hiciste?’; hay un momento de fricción, porque no es algo que se dé con naturalidad en la clase política mexicana. Es muy difícil que alguien diga: ‘me equivoqué, debí hacerlo así’.
“Eso es, implícitamente, parte de lo que le ha pasado a México con esta transición democrática: que no hemos tenido una clase política suficientemente a la altura de los retos que implica transitar de un régimen autoritario a uno democrático.”
–Sin embargo, cuando llegan a aceptar esas responsabilidades pasa lo que ocurrió con Miguel de la Madrid.
–Rompió la regla de oro del sistema político mexicano, que es que un presidente no puede hablar así de otro ex presidente, en este caso de su sucesor.
–¿Esperaba esa reacción?
–Fíjate que no. Cuando terminó la entrevista, en su casa de Coyoacán, dije: “esto es una bomba”, y me fui pensando en el alcance de las declaraciones. Haber adelantado la divulgación de esa entrevista, por razones periodísticas obvias, era muy pertinente, y resultó más, porque lo que ocurrió fue un gran retrato precisamente de dónde estamos parados, de lo que hace de este país lo que hoy somos, de cómo un asunto tan relevante como las declaraciones de un ex presidente de México sobre otro –narcotráfico, corrupción, complicidad– no tuvieron efecto judicial alguno.
Operativo silenciamiento
“Tuvieron un efecto mediático muy importante, pero retrataron en buena medida esos ejes de poder que hoy persisten y que en este caso se identifican con Salinas de Gortari: el mismo miércoles en que divulgamos esa noticia se echó a andar el operativo silenciamiento, y lo lograron.
“Quedó clarísimo, como lo ponemos al final del libro en las crónicas que se publicaron en La Jornada y otros medios, como Reporte Indigo, cómo lo hicieron firmar un desplegado en todos los periódicos de México aniquilándose a sí mismo: un ex presidente que renuncia a la validez de sus dichos.”
–Que renuncia a su salud mental también.
–Exactamente. Sin que haya un juicio de interdicción, aquí simplemente se aceptó porque Carlos Salinas lo decía. Los ejes de poder de este país silenciaron a un ex presidente y por la noche el duopolio televisivo hizo caso omiso; esto último nos habla de uno de los principales asuntos que existen en este país, y que nos hacen pensar que la democracia en México, si es que es tal cosa, es de tan baja calidad que se atenta contra un derecho fundamental de los ciudadanos: el derecho a la información.
“Pero no solamente estamos con ese gran déficit de vida democrática en esa parte, tenemos fenómenos muy delicados donde vemos con mucha claridad cómo porciones del Estado mexicano están tomadas, ya sea por intereses particulares, por la delincuencia organizada o por los poderes fácticos, como se les llama; hay espacios de vida pública tomados por intereses ilegítimos o indebidos que están ocupando la representación social de la sociedad.”
–¿Qué viene?
–No sé, yo creo que si no hacemos nada, si no sucede nada, lo que viene es que Enrique Peña Nieto sea el candidato inevitable, y por tanto el próximo presidente de México, a menos que no sea candidato, lo cual es muy difícil, porque es una inversión impresionante la que se ha hecho en esta figura. Si no ocurre nada, todo pinta a que vamos a tener una transferencia de poder presidencial muy triste, casi trágica. Lo que sigue pinta a que la transferencia del poder presidencial en un país presidencialista se va a dar por la vía de los poderes particulares, de la fuerza de la televisión y de otros poderes que no representan directamente a la sociedad.”
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