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viernes, 27 de noviembre de 2009

Google sacudió el avispero de Wave

Por Ariel Torres

Hace una semana me sentaba frente a un viernes relativamente pacífico que pensaba dedicar a actualizar información, experimentar con hardware y software y, en fin, hacer todas esas cosas que en los días de producción y cierre es mucho más difícil. Vamos rápido, es verdad, pero no todo funciona rápido. La reflexión y la inspiración, la comprensión global de los fenómenos y la perspectiva sobre la realidad no son fruto de la velocidad y la productividad afiebrada e insaciable que confunde cantidad con calidad. Por el contrario, son fruto de la lentitud y del ocio. Cierto es que los adictos al trabajo convertimos el ocio en producción, lo que conlleva una bonita contradicción. Pero bueno, nadie es perfecto.

Ese viernes traería cosas inesperadas, una de las grandes virtudes de este oficio: nunca hay dos días iguales. Así, me encontré con que Google nos había mandado nuevas invitaciones a los usuarios de Wave ( http://wave.google.com ) de la primera hora. Es decir, los cien mil que nos anotamos de entrada y que, al abrirse la versión preliminar del servicio el 6 de octubre, contábamos con ocho invitaciones para repartir. Ahora nos habían sumado otras treinta, mientras que a los de segunda generación, es decir los que recibieron las invitaciones de la primera, les llegaron ocho.

Así que tenía 30 invitaciones y mis pocos (pero fieles) amigos ya disponían de una, bien porque se las había enviado en octubre, bien porque se habían anotado para la primera tanda. Entonces, ¿a quiénes regalarles estas 30?

La respuesta era obvia: a mis lectores. No sólo son la razón de ser de un periodista, sino, como me ocurre desde hace muchos años, son también mis amigos. No una, sino muchas veces han salido a defenderme de los ataques gratuitos e innecesarios de algún troll , y han estado allí para indicarme errores, aportar material y permitirme creer que mi trabajo sirve para algo.

La suerte había querido que ese viernes mencionara en mi columna que hay lectores que me siguen en Facebook y Twitter, por lo que otros nuevos me sumaron en sus perfiles. Me di cuenta entonces de que en el planeta interconectado no hay ya lectores, sino e-lectores . Sí, un juego de palabras, un doble sentido, pero cierto y significativo. Antes, el lector no tenía otra opción que la de leerte o no leerte. Hoy no sólo te elige, sino que puede elegir participar, opinar, aportar, y hasta comportarse como un troll , en cuyo caso tu audiencia, si has sabido crearla, se ocupará con rapidez y eficiencia de poner al Mister Simpatía en su lugar.

Para cerrar el círculo y utilizar herramientas participativas, simplemente twiteé la oferta de invitaciones de Wave, y como cada cosa que pongo en Twitter se replica en Facebook, muy pronto empezaron a llegar los pedidos. Eso, para mí, fue felicidad pura.

El domingo a la mañana sólo me quedaban once invitaciones y el martes, cuando empecé a escribir esta columna, restaban cinco. Curioso como suena, y demostración teoremática de que el nuevo periodismo sólo puede hacerse en equipo con los lectores, al haber invitado a tanta gente me encontré que ahora podía probar Wave mucho mejor al tener una cantidad de interlocutores online. Eso de que todo lo que das regresa es hoy más cierto que nunca en nuestro oficio.

Así que ahí fui a sumergirme en las olas virtuales a ver qué onda.

Cooperar, capítulo cero


Wave es lo bastante complejo y al mismo tiempo está lo bastante incompleto para que una reseña objetiva resulte posible. Es, después de todo, una versión preliminar. Por lo tanto me propongo, más bien, divulgar de qué se trata en la práctica este nuevo servicio de Google. Una cosa es Wave en el mundo real y otra muy diferente en el extenso y excesivamente optimista video promocional que tiene la compañía en su sitio ( http://wave.google.com/help/wave/about.html#video ).

¿Qué es Wave? No tengo la menor idea. Esa es una de sus virtudes. Es algo 99% nuevo. Wave es Wave, y ya. Alguien ha dicho que es correo electrónico con esteroides . Sí, suena bien, tiene punch. Pero Wave es también chat, compartir documentos, trabajo simultáneo en el mismo texto, gadgets (miniprogramas), mapas con geolocalización y bots , entre otras cosas.

Usarlo es simple, hasta cierto punto. Se inicia una nueva wave (por ejemplo, ¿Para qué sirve esto? ) y se añaden contactos (esto es, personas). A partir de ahí, cada cual escribe o edita mensajes cuando está en línea. El sistema admite adjuntos, que aparecen en una vista previa y con un clic se abren a tamaño más grande, en el caso de las imágenes. Se puede añadir texto con formato, mapas, encuestas y gadgets . De éstos hay muchos y variados, pese a la juventud del sistema: juegos, Twitter, cotización en la Bolsa, traductores y encuestas, entre otros. Aquí, la página oficial de Google sobre los gadgets para Wave: http://wave.google.com/help/wave/extensions.html

Dos o más personas pueden trabajar sobre el mismo documento a la vez, aunque el sistema todavía no ofrece al usuario forma de proteger una wave contra escritura ( read-only waves ) ni quitar del grupo a alguien que agregamos por error. Ya hay una guía sobre Wave (en inglés: http://completewaveguide.com ); posee una página especial acerca de lo que Wave todavía no puede hacer ( http://completewaveguide.com/guide/What_Wave_Can´t_Do ) porque, previsiblemente, como toda cosa rara y nueva despierta fantasías, mitos y expectativas difíciles de satisfacer. Por ejemplo, Wave no levita.

Sí, en cambio, funciona todo el tiempo sobre https , el protocolo Web que encripta el tráfico de datos. Punto a favor ahí.

Muy geek


Luego de experimentar durante un mes y medio con el sistema me queda la sensación de que muchas personas todavía no llegan a comprenderlo, y no es falta de inteligencia, conocimiento, facilidad para lo digital o todo esto junto. Wave es muy geek ; en exceso, tal vez. Reconozco que a mí y a un pequeño grupo de gente muy tecno que se reunió a charlar allí en Wave esta forma de cooperar nos encantó. Pero como adelanté en octubre, Wave podría estar llegando demasiado pronto. De hecho, incluso los más geek no se pasan el día conectados al sistema, y si no hay otras personas en línea es casi igual que el mail o un tablón de anuncios. En general, sólo mi amigo Eduardo Suárez y yo nos la pasamos online en Wave. Y con eso no alcanza para revelar su potencial.

Segundo, Google necesita mejorar el código para que el sistema no se ponga insoportablemente lento cuando hay muchos mensajes en una wave. En términos técnicos, este factor por sí solo ya es un auténtico showstopper-class bug . Es decir, la clase de error que frena el ciclo de producción en los momentos previos al lanzamiento, cuando ya hay un Release candidate .

Me había quedado el miércoles casi sin invitaciones. Y entonces llegaron otras ocho o diez. Volví a repartirlas por el mismo método: Twitter y Facebook. Al cierre sólo me quedaban cinco. Hacia el jueves habíamos notado que las invitaciones llegaban en alrededor de tres horas.

La insistencia del gigante de las búsquedas me llamó la atención. Tanto como la pasmosa soledad que había en mi Wave. Tengo la impresión de que la idea es buena, pero no está despegando. No falta interés, algo que probé cuando recibí tantos pedidos de invitaciones, pero una vez adentro las personas se sienten más bien desconcertadas y no llegan a verle la utilidad.

Pensaba crear esta columna usando Wave. Todavía no alcanza para eso. No obstante, unas 25 personas estamos participando en una wave llamada Utilidad de Wave . Los que quieran sumarse, sólo tienen que contactarme a ariel.torres@googlewave.com. Allí hay una cantidad de buenas opiniones sobre los pros y contras que, por ahora, le vemos al sistema.


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