No hay que perder esta batalla
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn
Cuando estoy escribiendo estas líneas ya está en su sesión final la reunión mundial en Dinamarca sobre el cuidado del medio ambiente. Como casi siempre ha ocurrido en la historia del ser humano, durante la discusión privaron los intereses comerciales y de dominación sobre aquellos análisis sobre la vida que deberían resultar positivos para toda la humanidad. Hasta la policía danesa demostró no ser muy diferente de otras cuando comenzó a dar palos a diestra y siniestra ante la valiente reacción juvenil contra los dinosaurios repesentantes de los pueblos. (“Esto parece la Argentina”, me musitó un amigo ante la pantalla televisiva que daba escenas de la represión en las calles de Copenhague.) El diario alemán Frankfurter Rundschau tituló el día de la represión danesa llamando el congreso “La reunión cumbre de la rabia”. En Copenhague quedó al desnudo el sistema que domina al mundo: un desatado capitalismo que convive con guerras continuadas y con las diferencias sociales que cada vez más dejan al descubierto las injusticias en los países líderes del liberalismo económico o en aquellos que lo disimulan con el curioso e hipócrita sistema de la “economía social de mercado”. Así como en economía se prioriza al individuo en vez de la sociedad, de la misma manera se otorga fundamental importancia al interés económico y político de los países dominantes. Claro, la primera perjudicada es la paz y, al mismo tiempo, la naturaleza. Dos conceptos que el sistema capitalista ha ignorado desde sus comienzos.
Y el sistema triunfante hasta ahora nos muestra sus verdades. Se notó en el debate de Copenhague. Los países industriales dominantes explotan y deterioran la naturaleza de tal manera que hasta ellos mismos se dieron cuenta y convocaron esta reunión que debería ser fundamental y no para ganar tiempo y calmar los ánimos. Sin embargo, éstos se enardecieron en lo que atañe a los representantes del Tercer Mundo. De ahí la protesta en las calles. Fue cuando la señora Merkel, jefa del gobierno alemán, trató de mediar entre Estados Unidos y China y habló de la importancia de lograr en este congreso un plan verdadero de defensa de la ecología. Pero fueron palabras, nada más que palabras, porque el mismo día en Alemania se publicaba el nuevo presupuesto para el 2010 y las cifras hacen sonreír con sorna o llorar de pura desesperación. Veámoslas. Para gastos militares: 31 mil millones de euros; para defensa ecológica, apenas mil millones. Es decir, 30 veces más en gastos militares que en apoyo al cuidado de la naturaleza. Está todo dicho. Además las cifras para Educación son de 10,91 mil millones, tres veces menos que para gastos militares.
Un pesimista diría, muy deprimido: el mundo está perdido. Por eso la alegría de ver las calles de Copenhague repletas de juventud reclamando. Primero por el cuidado de la naturaleza, después contra el lujo destructivo de los que detentan el verdadero poder en el mundo.
Nos pareció muy bien la convocatoria mundial en defensa de la naturaleza. Pero, además, debería convocarse a otro congreso mundial ya mismo para terminar con el hambre de los seres humanos en nuestro injusto planeta. Las cifras de Naciones Unidas lo dicen todo: hay mil millones de seres humanos, repito, ahora en mayúscula, MIL MILLONES DE SERES HUMANOS EN EL MUNDO QUE PADECEN HAMBRE. Y el sistema lo permite. Y hay políticos que piensan todavía que la culpa de todo la tienen los adolescentes que usan aritos o el pelo largo o que escuchan rock. Es hasta escalofriante escuchar eso. Pero sigamos con cifras, esta vez del país capitalista mejor organizado de todos, Alemania. Se pudo ver por televisión, hace tres días, un informe sobre la gente sin trabajo en este país. Sí, cobran el seguro de desocupación, que es una cifra mínima. Claro, algún latinoamericano dirá: sí, pero viven bajo techo, nuestros pobres viven en las villas miseria. Pero ese razonamiento no ayuda al consuelo o a la explicación, más comparando lo que reciben los sin trabajo por el seguro de desocupación con lo que perciben los ejecutivos de grandes empresas. Y para ser una verdadera democracia la sociedad tiene que obligarse a la expresión “trabajo para todos”. Y terminar con el despido de personas de más de 55 años sin asegurarle otro trabajo. En Alemania la cantidad de desocupados oscila en los cuatro millones. Y se llama a sí mismo “un Estado social”. Cuando las estadísticas muestran que un cuarto de la sociedad posee un 50 por ciento del total de la fortuna alemana. Eso se llama desigualdad. En una verdadera democracia cada ciudadano debería ganar lo que necesita para su familia y para él.
Los números en los Estados Unidos son más graves y denuncian de por sí lo injusto del sistema.
Otra pregunta fundamental para una democracia: ¿por qué no se hace un congreso mundial acerca del problema de la desocupación? ¡Los trabajos que podrían hacerse para la salud pública, para la educación, para el conocimiento entre los pueblos, con planes internacionales para dar tareas y salario a las masas desamparadas! En vez de armas y guerras, planes de trabajo por encima de las fronteras. En vez de la guerra y la muerte, la verdadera paz, que significa vida.
No, no es un sueño o un disparate. ¿Quién hubiera dicho hace diez años que se iba a realizar un congreso por el respeto al equilibrio ecológico? Nadie, porque la filosofía principal era exportar más, vender más, conquistar mercados, la llamada verdadera forma de mantener el poder sobre el mundo.
Está justamente terminando ese primer congreso mundial de representantes de los Estados del mundo cuando escribo esto y los diarios de esta semana traen otra noticia que nos habla de las estrategias que tiene el poder económico actual. Y que nos tiene que poner en alerta acerca de las economías de nuestros países del Tercer Mundo. Desde 1999 han sido suprimidos en Alemania 1.400.000 empleos de horario completo. Desde el 2007, 1.800.000 alemanes más necesitan trabajar en dos empleos para mantener su nivel de vida. Todos los meses aumentan el número de los llamados “minijobs”, “miniempleos”, que han crecido en los últimos seis años en un 29 por ciento a un total actual de 7.000.000. Estrategias y tácticas del “sistema social de mercado”. El capitalismo disimulado, el poder del dinero, la norma no escrita de, en lo posible, ganar más, lo que significa más ganancias para las empresas.
El discurso de Obama en Copenhague puede ser interpretado de dos maneras: o va a cumplir con lo prometido o son palabras que prometen todo para no cambiar nada o muy poco.
Aquí en Alemania se ha difundido un trabajo del economista Schularik y del historiador Ferguson de que hay un acuerdo entre Estados Unidos y China de presentar tales criterios diferentes en la discusión sobre la defensa de la ecología para que el plan quede sólo como eso, un esbozo. Los dos estudiosos del tema llaman a ese pacto no escrito entre China y Estados Unidos como “Chimérica”, y señalan que actualmente esas dos potencias están realizando juntas grandes negocios empleando justamente petróleo, gas y carbón, y que por el momento no les conviene ninguna medida contra el empleo de esas energías. Y agregan: “No es que Estados Unidos esté contra China y viceversa, sino que Chimérica está contra todo el mundo”.
Veremos, lo principal es que los pueblos han empezado a discutir este tema fundamental para el futuro de la humanidad. El tema ya está instalado. Los pueblos salen a la calle pese a las represiones típicas del sistema. Los órganos de difusión, los docentes, los políticos que acompañan al pueblo deben tomar el tema como algo fundamental para la vida de todos. Y no olvidarse del hambre de los niños y del derecho a trabajar de los desocupados.
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sábado, 19 de diciembre de 2009
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