Una escultura por la memoria
Mañana, en el cementerio de Avellaneda, se descubrirá un friso realizado por Enrique Azcárate para recordar a los militantes torturados y desaparecidos en 1975, tras el intento de copamiento del Batallón de Arsenales Domingo Viejobueno.
Por Julián Bruschtein
Al conmemorarse un nuevo aniversario del enfrentamiento en Monte Chingolo entre la guerrilla del ERP y el Ejército se inaugurará en el cementerio de Avellaneda una escultura que recuerda a los desaparecidos que fueron enterrados allí. “Intentamos mostrar que eran personas comunes de gran nobleza y desprendimiento”, señaló Enrique Azcárate, autor de la obra. El emplazamiento de la obra es la culminación del emprendimiento de los familiares para que el lugar sea reconocido y resguardado oficialmente. “Ahora podemos hacer este acto, pero hubo momentos en que para los familiares era peligroso acercarse hasta el lugar”, contó Alicia Delfino, uno de los familiares organizadores.
“Intentamos que la obra estuviera a la altura moral de las personas que están reflejadas allí. Personas comunes que dieron su vida por la lucha de los pueblos”, aseguró a Página/12 el escultor Enrique Azcárate. El artista inaugurará mañana, a las 10.30, junto a familiares, amigos y compañeros, un friso de dos metros de ancho por tres de alto en el cementerio de Avellaneda en homenaje a los militantes torturados, fusilados y desaparecidos luego de participar en 1975 en el intento de copamiento al Batallón de Arsenales Domingo Viejobueno, en Monte Chingolo, límite del partido de Lanús.
“Son catorce figuras con banderas y pancartas. Cuatro están en primer plano y avanzan erguidas de frente –explicó el artista sobre el contenido y la simbología de la escultura–. Casi todos tienen los puños cerrados y armas para señalar ese momento, la determinación de cumplir con una idea.” Azcárate tiene 75 años y se ofreció voluntariamente para realizar la obra. Es el presidente de la Asociación de Argentina de Artistas Escultores y sus obras se encuentran en plazas y lugares públicos de la zona sur del conurbano bonaerense, como la del Indio Kilme, ubicado en la localidad ribereña de Quilmes, y otra dedicada al Maestro en Avellaneda, o al Amigo, en la plaza Villa de los Industriales, en Lanús.
El 23 de diciembre de 1975, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) se lanzó sobre el destacamento Domingo Viejobueno. Pero la organización guerrillera había sido infiltrada por las Fuerzas Armadas que consiguieron que el delator Jesús “el Oso” Ranier trabajara para ellos. Al llegar al destacamento, los militares los estaban esperando y fueron reducidos rápidamente, replegándose en los barrios de los alrededores. Además de los muertos, en el enfrentamiento el Ejército rastrilló la zona apresando a algunos que posteriormente fueron torturados y fusilados. Casi todos –49 según informes militares revelados en 2006, aunque se sabe que faltan nombres en el listado– fueron enterrados en tumbas NN en el cementerio de Avellaneda. Antes les cercenaron las manos y las guardaron en frascos de formol para su identificación.
De allí que los familiares de los desaparecidos, fusilados y caídos en combate en el enfrentamiento se reunían en el cementerio de Avellaneda cada año al cumplirse un nuevo aniversario. “A partir de 2005 intentamos hacer las cosas de manera más organizada y en 2006 logramos que el Concejo Deliberante de Avellaneda emitiera una ordenanza para preservar el espacio y poder inhumar los restos” que se fueron identificando, dijo Alicia Delfino, hermana de Eduardo Delfino, uno de los sepultados en la tumba NN. “Ese mismo año, Laura Bonaparte –Madre de Plaza de Mayo con una hija allí– propuso hacer un mural en el lugar y así llegamos hasta acá”, recordó Delfino. En el medio, el empuje de los familiares logró que se pusiera en el lugar una placa con los nombres de algunos de los desaparecidos y se delimitara la zona. Además, la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense la declaró patrimonio de la provincia.
“Se concretaron ahí, aun bajo el gobierno constitucional, todas las atrocidades y crímenes de lesa humanidad que vinieron después –dijo Delfino, en alusión a que todavía se encontraba María Estela Martínez de Perón en la presidencia–. Históricamente es fundamental que se dé a la luz la verdad.”
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lunes, 21 de diciembre de 2009
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