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domingo, 20 de diciembre de 2009

Un radical distinto
Noticias de ADN Cultura

Hugo Gambini

Moisés Lebensohn
Por José Bielicki
Lumiere / Iml
230 Páginas
$ 58

Corría el año 1940 cuando se realizó en Junín un acto de repudio al fascismo. Entre los organizadores estaba el radical Moisés Lebensohn, quien fue sorprendido en el palco cuando irrumpió un grupo provocador nacionalista. Uno de ellos lo llamó "judío de mierda" y el ofendido, con sus macizos 33 años, le descargó una trompada en la mandíbula. El incidente pasó. Pero, ¿qué hacía ese joven impetuoso en un Partido Radical plagado de mentes conservadoras? Es lo que explica José Bielicki en su impecable biografía Lebensohn. El hombre que pudo cambiar la historia .

Lebensohn estaba organizando a la juventud y luchaba por la democracia en un momento muy difícil: Mussolini primero y Hitler después habían despertado a los nacionalistas e instaurado regímenes totalitarios. El fascismo se había expandido por Europa. En la Argentina -donde también estaban en juego las libertades democráticas-, Lebensohn trabajó en favor de un frente popular, al que adhirió fervorosamente el 1° de Mayo de 1936. Publicó todo en su diario de Junín, Democracia , que no le perdonaba al presidente Agustín Justo su origen fraudulento. Eran los años de la "Década Infame", pero infame por el fraude y las persecuciones sindicales, ya que se había superado la crisis y el país funcionaba sin desempleo. Sin embargo, añoraba el carácter popular del radicalismo y buscaba que el movimiento obrero y popular tuviera su representación en ese partido. Según Bielicki, Lebensohn "ve una coincidencia posible con socialistas y demócratas progresistas, pero ese frente no tiene valor sin la participación del movimiento obrero. Tampoco, por supuesto, sin el radicalismo, pero éste debe aggiornar su discurso y modificar su programa si pretende tener peso en el sitio en que los socialistas trabajan denodadamente desde el siglo XIX". Lebensohn insiste: "Hay que creer en la democracia cuya esencia es izquierdista".

De pronto, todo cambió. Vencida por el nacionalismo, España se convirtió en una dictadura. En la Argentina recrudecieron los enfrentamientos entre demócratas y fascistas. Lebensohn se sumó desde aquí al frente republicano, porque "tiene un factor que decidirá la victoria: el convencimiento de que luchan por una causa justa". Bielicki describe las ideas que en el Congreso Radical de Chivilcoy el político condensó en un gran documento: el programa de 1944, que "será la base de la construcción de la Intransigencia Radical".

Ha producido un gran intercambio de ideas. Se hablaba con escándalo de los progresos del "rusito de Junín", que provocaron reparos ideológicos y "algunas gotas de racismo". Ocurría que leía al socialista inglés Harold Laski, quien sostenía que la lucha del siglo anterior había sido por el sufragio y ahora era por el pan; es decir, por la justicia social. Esto produjo perversas borratinas en las boletas electorales, que lo marginaron de los cargos parlamentarios. Nunca pudo integrar la Cámara de Diputados y su única banca legislativa -además de la del Concejo Deliberante de Junín- fue en carácter de jefe del bloque de diputados radicales en la Asamblea Constituyente de 1949. Allí dijo que lo único que querían los peronistas era la reelección presidencial y por eso anunció el retiro de su bloque "para terminar el debate, que es una farsa..."

Lebensohn (1907-1953) era un radical distinto: quería suprimir el reparto de puestos públicos y proponía que se ganaran por concurso, "para terminar con el favoritismo que degrada y envilece". Todo dicho con una voz agradable y una dicción perfecta, en exposiciones serenas, a veces incluso con un toque de poesía.

© LA NACION

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