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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cronicas
(Archivo-Libros)

Crónica de un crimen político que estremeció a la humanidad

La historia, en tanto registro y correlato de la milenaria peripecia humana, es una materia de investigación siempre desafiante, ya que atesora en sus entrañas verdades y mentiras, héroes y traidores, epopeyas revolucionarias e infames autoritarismos liberticidas
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Hugo Acevedo


En "Trotsky ultimado en Coyoacán: la conspiración insospechada", el periodista y escritor uruguayo Rafael Romano elabora una minuciosa crónica que revela los entretelones del magnicidio del revolucionario ruso.

El autor, que nació en 1921 en Montevideo, es un inquieto y avezado investigador que ha desempeñado actividades docentes en Uruguay y diversos países del continente americano.

Su vasta producción narrativa y ensayística incluye, entre otros, los siguientes títulos: "El Arcipreste de Hita y la picaresca" (1953), "La figura humana en la estética precolombina" (1960), "El viento del poniente y otros cuentos" (1970), "Teatro prehispánico" (1970), "El cinturón de Julio César" (1973), "La mesa servida" (1977), "El exilio de Quetzalcoatl" (1978), "El títere en el aula" (1982), "Raíces de América" (1984), "La noche de la obsidiana" (1996) y "El memorial de Fredrich Munster" (2003).

En "Trotsky ultimado en Coyoacán: la conspiración insospechada", Romano transforma en materia literaria uno de los asesinatos políticos más conmovedores de la era contemporánea.

Asumiendo los habituales riesgos del investigador, el autor se interna en la oscura trama de esta tragedia acaecida hace ya casi sesenta años.

Este ejercicio de memoria resulta una experiencia desafiante y singularmente esclarecedora, a la luz de los acontecimientos que modificaron radicalmente el mapa político mundial en las últimas siete décadas.

No es un detalle menor que durante este prolongado período, la humanidad asistió a la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, a las tensiones de la bipolaridad, al derrumbe del denominado socialismo real y al contemporáneo entronizamiento de la globalización capitalista y del imperialismo hegemónico.

Sin embargo, todas estas circunstancias no minimizan el interés de un episodio que, en más de un sentido, modificó los parámetros de la historia.

En efecto, la enconada pugna entre el dictador soviético José Stalin y León Trotsky que devino en tragedia, fue uno de los acontecimientos más cruciales de la primera mitad del siglo pasado.

Como se recordará, el 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader ingresó en el estudio Trotsky ­por entonces exiliado en México- con una piqueta escondida en su gabardina, la cual descargó con salvaje saña sobre la espalda del revolucionario.

El asesinato clausuró una etapa de fuertes controversias entre la víctima y el mandatario ruso, aunque no logró aliviar las tensiones ni el cisma existente entre los adherentes a ambos personajes.

Mixturando la crónica periodística con la novela, Rafael Romano ingresa por el ojo de la cerradura de la historia, con el propósito de recrear las circunstancias del crimen.

El periodista apela a todas las técnicas de investigación, procurando despejar las múltiples incógnitas que pautaron este removedor acontecimiento, que tuvo amplia repercusión internacional en la época.

Para concretar su ambicioso proyecto literario, Romano se vale de documentos judiciales, el testimonio oral de jueces y testigos y la invalorable colaboración de Esteban Volkov, nieto de Trotsky y testigo vivo del crimen.

Obviamente, también apoya su reveladora pesquisa en la prensa de la época, que asumió naturalmente un gran despliegue informativo con la estremecedora noticia.

Aunque el foco de mayor atención es naturalmente el asesinato perpetrado por Ramón Mercader, el periodista no soslaya las eventuales implicancias de actores fundamentales de la época, como los pintores David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y Frida Kalho, entre otros.

Mediante una rigurosa recreación de la escenografía de la época, Romano logra confirmar la participación de Alfaro Siqueiros en una conspiración destinada a asesinar a Trotsky. Sin embargo, la eventual responsabilidad de Rivera y Kalho no parece tan clara.

Con el investigador George Burke como protagonista, el relato es una suerte de rompecabezas en permanente armado, que discurre entre la reconstrucción histórica y el análisis político de coyuntura.

La apasionante pesquisa, que no siempre sigue un orden cronológico, discurre entre los acontecimientos previos al asesinato, el crimen, la captura del homicida y las posteriores diligencias judiciales.

El primer episodio analizado es el asalto perpetrado por un comando de operaciones contra la finca de Trotsky, que, aunque fracasa, confirma la manifiesta intención de eliminar al revolucionario y destruir su valioso archivo.

Obviamente, este suceso puso aún más en alerta al exiliado político ruso, que ­consciente del peligro que corría- vivía en una auténtica fortaleza celosamente custodiada por un auténtico ejército de guardias.

Este ataque es, naturalmente, el primer eje sobre el cual gira el trabajo de Romano, cuyo propósito es determinar la responsabilidad del servicio de inteligencia de Stalin, que siempre actuó entre bambalinas.

Las características del operativo, que incluyó el uso de armas y uniformes policiales, demuestran el alto grado de planificación y profesionalismo de sus autores materiales e intelectuales.

Los testimonios recogidos, que acusan particularmente al artista David Alfaro Siqueiros de haber encabezado el golpe, añaden abundante material para la reflexión.

Por momentos, Rafael Romano transforma a todos los personajes en actores protagónicos de la trama, incluyendo a secretarios del exiliado, amigos, informantes, jueces y policías.

Obviamente, Trotsky no es una figura meramente pasiva en la peripecia literaria, en tanto oficia como implacable denunciante de la conspiración que se teje en torno a su persona.

El autor revela los entretelones políticos de la época y los enconados enfrentamientos en el seno del Partido Comunista Mexicano, entre el bando que respondía a la línea ortodoxa de Moscú y los entusiastas adherentes a la figura de Trotsky.

Sin emitir juicios de valor, Romano confronta las posturas antagónicas de los dos hombres fuertes de la revolución rusa, cuyo enfrentamiento provocó dolorosas heridas en las filas del comunismo internacional.

Resulta singularmente esclarecedora la lectura psicológica que ensaya el autor acerca de la personalidad del propio Ramón Mercader, que, actuando bajo la falsa personalidad de Franck Jackson, se ganó la confianza de su víctima y el derecho a ingresar a su finca.

Rafael Romano se mueve como pez en el agua en un territorio árido y plagado de incógnitas, logrando construir un sólido retrato documental acerca de lo sucedido.

La confrontación de testimonios a los cuales el periodista adosa siempre un indispensable acento dramático, coadyuva a rediseñar una escenografía oscura y siempre desafiante.

Los diálogos entablados por los protagonistas de esta peripecia real resultan sumamente esclarecedores, en tanto corroboran ­ en forma absolutamente incontrastable- la existencia de un complot internacional que contó con un fuerte apoyo logístico local.

Rafael Romano administra sabiamente las tensiones y el ritmo de los tiempos narrativos, trasuntando -con la elocuencia requerida- el odio visceral originado por una implacable lucha por el liderazgo ideológico y el poder político.

"Trotsky ultimado en Coyoacán: la conspiración insospechada" es un trabajo de investigación agudo, minucioso, frontal e inteligente, que reconstruye la memoria histórica y coadyuva a realimentar el debate en torno a uno de los más estremecedores crímenes políticos de la era contemporánea.



(Letraeñe Ediciones)

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