Cronicas
Cronicas de Tahilandia
El revolucionario coronado:
Chulalongkorn
Cecilia Ruiz de Ríos
Chulalongkorn, conocido en Tailandia como Rama V, un monarca revolucionario.
Uno de los monarcas que más he admirado en la historia es el sabio, sonriente y sagaz Chulalongkorn, el encantador soberano que no por casualidad es el más amado de la Historia de Tailandia. Muchos tenemos una idea errónea de él a través de la distorsionante comedia musical de Rodgers y Hammerstein El rey y Yo, donde aparece como hijo díscolo del gran rey Mongkut. En realidad Chulalongkorn, conocido como Rama V en su orden dinástico, fue un genuino revolucionario en un trono en el cual nunca estuvo sentado como ocioso.
Chulalongkorn nació un 21 de septiembre de 1853 en Bangkok, hijo del legendario rey siamés Mongkut (Rama IV) y de su eternamente paciente consorte oficial. Inquieto, brillante y siempre sonriente, Chulalongkorn desde niño recibió una educación esmerada dado que era el sucesor de su papá, con quien desde la cuna estableció una relación de ternura, amistad y mucho compañerismo.
Siempre ansioso de proveerle a su heredero la mejor educación Mongkut hizo venir desde la India a Anna Leonowens, una viuda institutriz escocesa, para que fuera la maestra de sus niños. Anna, quien era una precursora del feminismo y una mujer de alta erudición, influyó beneficiosamente en la formación del niño Chulalongkorn, introduciendo ideas progresistas junto con un acento perfecto del inglés.
Chulalongkorn compartía con su papá un profundo interés por las ciencias, en particular la astronomía. Además, era amante de los animales, y cuando un mercader le regaló al rey unos cuantos elefantes, Chulalongkorn se enamoró violentamente de un elefantito albino bebé, adoptándole como su mascota. A lo largo de su vida, siempre habría de tener excelentes relaciones con las criaturas, llegando a ser el orgulloso y amoroso dueño de numeroso perros, gatos, loras, tucanes, ardillas, conejos y hasta corceles de pura sangre.
El mundo feliz de Chulalongkorn se desmoronó el 18 de octubre de 1868, cuando su papá murió de una galopante malaria. Padre e hijo habían estado en una zona pantanosa infestada de zancudos para observar un eclipse en días anteriores. Chulalongkorn también se escapó de morir del paludismo, pero sobrevivió para verse convertido en monarca a los 15 años.
Tres días más tarde cumplía 15 años sumido en la más profunda tristeza, dado que Chulalongkorn idolatraba a su papá. Chulalongkorn no tenía el poder absoluto en sus manos. Quedaba a cargo de un regente, y estaba presionado por las familias de la más rancia nobleza de Siam (así se llamaba antes Tailandia) La cabeza le hervía de proyectos y renovaciones, pero tuvo la precoz sabiduría de percatarse que si intentaba revolucionar todo de un solo, llevaría solo las de perder. En 1883 murió el regente, dejando al inquieto Chulalongkorn con las manos libres.
Fue ahí que el joven monarca comenzó a modernizar a su país. Comenzó por traer las administraciones provincianas bajo la dirección centralizada, creando ministerios funcionales especializados. A nivel internacional, jugó sus cartas con mucho tino y sagacidad, evitando que su país cayera bajo el yugo colonizante de potencias europeas. Cultivó amistades con las casas reinantes de Europa sin caer en el servilismo, y al momento de escoger consorte lo hizo con la debida serenidad y juicio, evitando guiarse por pasiones malentendidas.
El rey promovió la construcción del ferrocarril, puentes, carreteras y nuevos edificios. Para 1900 el primer ferrocarril estaba concluido y dos años más tarde se estableció la Universidad Chulalongkorn para entrenar a los empleados públicos. En 1905, habiendo eliminado años antes la postración y genuflexiones ante la presencia real, abolió de un solo tajo la esclavitud, acto que le ganó el amor apasionado de un pueblo agradecido.
Chulalongkorn nunca olvidó que la riqueza de su país estaba el rubro agrícola, y para beneficiar a la población campesina hizo una especie de reforma agraria. Bajó los impuestos a los productores agrícolas, trajo asesores extranjeros para optimizar los cultivos, y como consecuencia del incremento en la producción aumentó la exportación de productos tailandeses.
Chulalongkorn además impulsó enormemente la educación, logrando que muchos sectores que jamás soñaron con pisar una escuela tuvieran la opción de mejorar sus vidas a través del conocimiento. Comenzó la faena por casa, poniendo a todos sus hermanos menores a estudiar, y llegando a enviar a su hijo mayor-el heredero- a estudiar a Inglaterra.
Los 42 años que estuvo Chulalongkorn en el poder no fueron sentado en el trono, ya que era como una gallinita de Guinea en su hiperkinesis. Gracias a su gran habilidad diplomática, Tailandia no cayó bajo dominio extranjero. Sus reformas de leyes y gran impulso por modernizar el país permitieron enormes avances y se ganaron el respeto del mundo, además de la viva adoración de su pueblo.
Modesto, afable, accesible y sonriente, Chulalongkorn nunca protagonizó escándalos y fue elogiado en dramas, literatura, canciones y poesía. Como anfitrión fue un modelo de amabilidad y pulcritud, recibiendo en varias ocasiones a otros dignatarios y mandatarios, como cuando Nicolás II Romanov le visitó mientras andaba navegando por Asia.
Como padre de familia, fue tierno, juguetón, bromista y muy comprensivo, aunque su consorte se quejaba de que pasaba muy poco tiempo en casa. Moderado en la mesa, Chulalongkorn sucumbía sin remedio ante los colesterólicos encantos de un buen chocolate, dado que su maestra Anna Leonowens de su infancia lo había hecho adicto a esta golosina cuando le recompensaba sus buenas tareas con barras de chocolate.
Cuando la escultora húngara Zita Mirslác, prima de la famosa bailarina gitana Tadea, le mandó una caja enorme de chocolates suizos y luego incendiarias cartas de amor, Chulalongkorn en un súbito instante de picardía le confesó a un periodista,"Estaría tan tentadora y deliciosa la que me los envió?"Aunque los ojos negros y porte elegante de Chulalongkorn despertaron mucha admiración en el sexo femenino, nunca se supo de algún desliz del monarca fuera de las paredes de su palacio.
En 1907 Chulalongkorn se reunió con líderes europeos para garantizar la soberanía de Tailandia. En 1910, un 23 de octubre, falleció este ejemplar monarca asiático. El pueblo no lo olvidó, y entre todos los ciudadanos de Tailandia juntaron el dinero para hacer la estatua ecuestre de Chulalongkorn que hoy engalana la Plaza Real en Bangkok.
Seguidores
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Hola Raúl:
ResponderBorrarGracias por poner estas crónicas en su blog. Las estuve leyendo,son muy interesantes, me van a servir para el trabajo.
Gracias, saludos
Andrea